Perdurará por una entrada así en Las jarchas mozárabes y los comienzos de la lírica románica (Colmex, 1975) sobre los orígenes de la poesía popular: “El comienzo está en Rousseau. Porque fue Rousseau quien lanzó a los cuatro vientos los conceptos básicos que llevarían a la idealización de una poesía ‘natural’, ‘primitiva’, no tocada por las manos malsanas de la civilización”.
Perdurará por su edición de Lírica española de tipo popular (UNAM, 1966; Cátedra, 5a. ed., 1984) donde para envolver en un solo poemita los poemitas del libro y elogiarlos pone de epígrafe esta preciosidad de Lorenzo Matheu y Sanz (1666): “Cuanto más chiquitica,/ madre, la rosa,/ cuanto más chiquitica,/ más olorosa”.
Perdurará por los dos gruesos tomos (1077 y 2204 pp. respectivamente) del Nuevo Corpus de la antigua lírica popular hispánica (UNAM, Colmex, FCE, 2003) a los que basta para volverlos leves y volantes detenerse en cualquier miniatura: “¡Quedito, no me toquéis,/ entrañas mías!,/ que tenéis las manos frías”.
Perdurará por haber dirigido los cinco tomos del Cancionero folklórico de México (Colmex, 1975-1985). En el tomo 3, “Coplas que no son de amor”, leemos maravillas como ésta: “La golondrina en el viento/ platica con el avión,/ le cuenta los sentimientos/ que abriga su corazón”; y en el 4, “Coplas varias y varias canciones”, hay joyitas así: “En el cerrito/ de los otates/ brincan y saltan/ los cacahuates”.
Perdurará para mí Margit Frenk (1925-2025) porque en La poesía. Hacia la comprensión de lo poético (Breviarios del FCE, 1951; 4a. reimpresión, 1971) luego de traducir del alemán los ejemplos de poetas que incluye su autor Johannes Pfeiffer ella añade pertinentísimos equivalentes en lengua española. Por ejemplo a un poema de Stefan George, Margit Frenk lo conecta con uno de Rubén Darío; a uno de Goethe con uno de Fray Luis de León, a uno de Georg Trakl con unos de Carlos Pellicer y Antonio Machado. Qué amabilidad y qué elegancia. Qué modo inolvidable de dar un servicio literario.