Se anuncia para julio de 2026 (The Economist, 13/11/25) el estreno de una película de Christopher Nolan basada en la Odisea. Leemos que la película promete todo lo que se esperaría de una épica de Hollywood pero además con lecciones para navegar entre los altibajos del 2026: Odiseo enfrenta “muchos de los desafíos que el mundo enfrenta hoy”. Se cita a Daniel Mendelsohn, el más reciente (2024) traductor al inglés de la Odisea: “Odiseo es una suerte de héroe ‘post’: post-guerra y post-verdad, en un mundo donde las viejas certezas han muerto”. Es el perfecto héroe sacudido por las tempestades, ideal para tiempos tempestuosos.
En la página de Amazon promueven la versión de Mendelsohn así: “¡La más grande de todas las épicas, muy pronto una película de Christopher Nolan!”. Y así: “Esta puede ser la mejor traducción que se haya hecho de la Odisea: The Telegraph”. Puede ser. Pero si lo que combinen Odisea/Nolan/Mendelsohn será para darnos un mero “héroe post” en el hoy, parecería algo obvio. Por lo menos frente a una no muy lejana definición de Odiseo; más perdurable. Única.
La Odisea tiene 42 símiles. Creo que el mejor es éste: “Así como el pulpo cuando lo sacan de su escondrijo lleva pegadas en los tentáculos muchas pedrezuelas, así la piel de las fornidas manos de Odiseo se desgarró y quedó en las rocas mientras lo cubría la inmensa ola”. De modo brillante comenta Emily Wilson, primera mujer que tradujo la Odisea al inglés (2017): “En la sabiduría griega arcaica el pulpo era conocido como el ‘deshuesado’, la criatura que (supuestamente) sobrevive al hambre por comerse sus propios tentáculos”. Una criatura definida por lo tenaz. Odiseo es pulpesco en su obstinación, su competencia para adaptarse a nuevos entornos, su multiplicidad; y su aptitud escurridiza, deshuesada, autodevoradora para el cambio. Una reinvención constante.
El ulises salmón de los regresos, dice el verso de José Gorostiza. A partir de Emily Wilson digamos también: El odiseo pulpo de las reinvenciones.