La jefa de Gobierno capitalino, Clara Brugada, descubre el hilo negro con la obviedad de que la marcha del sábado “fue de la oposición”.
Pues ni modo que de simpatizantes del régimen.
Y entre los elementos que la presidenta Claudia Sheinbaum esgrime para descalificar la movilización está que la mayoría de manifestantes “no eran jóvenes”.
¿Acaso en la convocatoria se fijaron requisitos de edad para manifestarse?
Porque no fue así. Precisamente, participaron familias completas, adultos mayores, muchachas y muchachos, grupos vecinales y profesionistas en su mayoría sin estructura partidista… pero también encapuchados del criminal e impune “bloque negro”, vestidos casi todos de claro para confundirse con los genuinos protestantes.
La marcha no inquieta a Sheinbaum, porque el pueblo y ella, dijo el domingo en Villahermosa, son “invencibles”.
Veterano de la protesta muy fogueado en manifestaciones civiles y prevención del delito como titular de Seguridad en Tijuana y en los estados de Morelos y Quintana Roo, Alberto Capella subió a las redes su testimonio:
“Estuve presente durante la marcha convocada por la Generación Z y otros grupos ciudadanos, cuyo detonante principal fue el terrible asesinato del alcalde Carlos Manzo. Lo que aquí escribo no es especulación ni reconstrucción de terceros. Es lo que vi, viví y analicé desde el terreno con la experiencia de haber encabezado —como activista ciudadano— marchas contra la violencia y haber coordinado como autoridad la atención de manifestaciones masivas. Lo hago con la sensibilidad y el entendimiento de quien conoce estas dinámicas por dentro. (Fue) una marcha de múltiples sectores ciudadanos profundamente espontánea y pacífica (…). Desde el inicio quedó claro que se trataba de una movilización plural (…). Las consignas fueron claras y numerosas contra Morena, Claudia Sheinbaum, Adán Augusto López, Gerardo Fernández Noroña y, sobre todo, exigencias insistentes de justicia por el asesinato de Carlos Manzo…”.
Coincide con lo que de otra manera publiqué aquí sobre por qué no se vio atestada la Plaza de la Constitución: el gobierno montó “un operativo diseñado para inhibir, no para proteger”.
La policía, con vallas metálicas en torno de la Catedral y Palacio Nacional más el cierre del cruce Lázaro Cárdenas y Madero, dejó como único acceso al Zócalo la calle 5 de mayo.
Según Capella, “este tipo de configuración genera confusión, lentitud, fragmentación y temor. Quien conoce estas tácticas sabe que están diseñadas para reducir el impacto visual, político y numérico de una concentración ciudadana”.
Y ojo: mes y medio después de los hechos criminales del 2 de octubre, por los del sábado reciente son acusados de robo, lesiones y tentativa de homicidio varios de los detenidos.
Con excepción de robo, ¿de lo mismo acusará a los policías que molieron a golpes y patadas en la cara a un manifestante que tenían ya sometido?, por ejemplo.
¿Se sabrá por fin qué autoridad patrocina al bloque negro...?