Repantigado en el mullido sillón del amplísimo estudio, Gil recordó aquellos tiempos en los cuales los integrantes de la izquierda eran acusados por el gobierno de recibir dinero del oso soviético (¿así se decía?), y los perseguían y estigmatizaban por conspirar en la sombra contra la familia, el orden y el progreso. Jóvenes descarriados, afeminados de pelo largo, ladrones que destruían las vías de comunicación, terrible delito federal.
Se llama déja vu, algo que ya vimos y se repite en los hechos y la memoria. Señoras y señores, hemos regresado al futuro. Gil lo leyó en su periódico MILENIO en una nota de Gaspar Vela: la presidenta Sheinbaum afirma que “hay quienes sin el respaldo popular buscan el apoyo en el extranjero para que haya intervencionismo en el país”. ¿Cómo la ven?
Luisa María Alcalde, dirigente nacional de Morena, se voló la barda. Gil lo leyó también en su periódico MILENIO en una nota de Liliana Padilla y Fernando Damián: “lo más grave es que aquí está la derecha internacional. Están participando, y lo hemos demostrado, consultores que participaron con Milei y con Bolsonaro en Argentina y Brasil”.
Gil no duda que la dirigente esté convencida, como la Presidenta, de que efectivamente la ultraderecha internacional organizó la marcha de la llamada Generación Z. Conspiracionistas por aquí, conspiracionistas por allá. Oh, sí.
Sectores extremistas
Oigan este tono discursivo contenido en el desplegado de Morena: “señalamos que aunque sectores extremistas intenten utilizar tácticas de confrontación violenta, el pueblo mexicano está despierto con conciencia histórica y capacidad para separar las causas legítimas de las maniobras de la manipulación”.
Los abajo firmantes de Morena tienen razón, Gil vio niños con sus padres convencidos por Milei, a los pequeños les pusieron minidosis de opioides en sus biberones y a los padres les dieron poquito LSD en sus chelas; jóvenes y adultos fueron llevados a la marcha bajo efectos hipnóticos producto de sustancias psicotrópicas, o como se diga. Sí, así es la ultraderecha, recurre a los más extravagantes y oscuros métodos para manipular.
La Presidenta dijo en Tabasco, sí, en Tabasco: “el país va muy bien e irá mejor. Los programas de Bienestar se mantienen, el aumento salarial ha aumentado y las cifras de creación de empleo alcanzaron su máximo histórico”.
Carambas, todo marcha sobre ruedas. ¿Y entonces por qué salen a la calle a manifestarse contra el gobierno, la violencia, la corrupción? Pues por la ultraderecha nacional e internacional. ¡Diantres! Qué fácil es todo en Palacio Nacional. Dice Sheinbaum: “aquí tenemos en la mente, en el corazón y en la historia tres principios: nosotros no mentimos, no robamos y nunca vamos a traicionar al pueblo”.
Adán en el edén
Por cierto, Gil lo leyó en su revista Proceso, en senda nota de Flavia Morales: “desde hace varios años el empresario Fernando Padilla Farfán celebra su cumpleaños en grande. En sus fiestas, ya sea en ranchos en Coatepec o en salones de Ciudad de México, aprovecha la ocasión para ostentar su poder económico y sus vínculos políticos de alto nivel”.
En sus cumpleaños, uno de los invitados seguros y queridos es Adán Augusto López, senador y ex secretario de Gobernación con López Obrador. Padilla tiene una estrecha relación con el legislador desde hace varios años. En 2023, cuando Adán Augusto era precandidato presidencial, Padilla Farfán fue el vínculo con empresarios de Puebla y Veracruz en los diálogos ciudadanos.
Resulta que sus vínculos con Morena y con Adán Augusto López lo tienen en problemas, pues se le señala como el operador financiero de Adán Augusto López mediante contratos para sus empresas que ha recibido de gobiernos de la 4T. De acuerdo con los datos que son públicos en Transparencia, en los últimos años sus empresas han ganado contratos por más de 3 mil 600 millones de pesos en los gobiernos de Tabasco, Quintana Roo, Baja California, Chiapas, Jalisco y Veracruz.
Rayos y centellas. Gamés pasa a retirarse.
Todo es muy raro, caracho, como diría Voltaire: “el que revela el secreto de otros pasa por traidor; el que revela el secreto propio pasa por imbécil”.
Gil s’en va