La extorsión telefónica ha dejado de ser una simple molestia, para convertirse en un delito que lacera el corazón productivo y social, de Puebla y México. Hay que entender que la primera línea de defensa, y la más efectiva, está en un gesto tan simple como colgar el teléfono.
De acuerdo con lo expuesto por la presidenta de Coparmex Puebla, Beatriz Camacho Ruiz, durante la clausura de su reunión nacional en Tijuana, la extorsión está matando a las MiPyMES; más allá de la acusación, la empresaria fue contundente: el crimen no puede sustituir al Estado y decidir “quién trabaja, quién invierte, quién abre, quién cierra”. A nivel nacional, la extorsión ya acumula 8 mil 585 víctimas en lo que va del año.
En Puebla, la situación es crítica: la extorsión y el secuestro extorsivo se han duplicado en 2025. Los datos de la FGE lo confirman: de enero a octubre se registraron 207 denuncias por extorsión, un incremento de 92% sobre las 108 carpetas iniciadas en el mismo periodo del año pasado. En secuestros, la cifra pasó de 16 a 19 en general, con los secuestros extorsivos también duplicándose (de 8 a 16 casos).
Según lo veo, no podemos permitir que el anonimato siembre el terror.
La modalidad más traicionera es el secuestro virtual, que de acuerdo con lo publicado hoy por mi compañero Jesús Zavala en Multimedios, entre junio y noviembre ya suma al menos 10 casos con víctimas obligadas a incomunicarse por teléfono, mientras los criminales exigen rescates a sus familias. El pánico es su herramienta.
La respuesta cívica debe ser el silencio y la acción inmediata. Si el teléfono suena con una amenaza anónima, cuelgue de inmediato. No escuche los chantajes. Quite a los delincuentes la única arma que tienen contra usted: su atención.
La sociedad debe educarse: si una llamada exige dinero o que se quede en un lugar, es una trampa. La resistencia es clave. Reporte de inmediato a la Fiscalía Especializada en Investigación de Secuestro y Extorsión.
La extorsión es un delito que nos quita la paz y el futuro. De nosotros depende no regalarles la victoria.
¡Cuelgue!