Política

El 'lawfare' en México y América Latina

El movimiento visto en las últimas semanas para llevar a la calle a jóvenes mexicanos nacidos entre 1997 y 2012 (la llamada Generación Z) a protestar por la situación de “inseguridad, violencia y corrupción” que se vive de diversas formas en el país ha fracasado hasta el momento.

Fue de menos a más, en términos cuantitativos, y ha evidenciado el coctel de intereses económicos y políticos que lo alienta desde diversos frentes, pero con una clara tendencia ideológica y doctrinaria identificada desde el siglo XVIII con la llamada derecha partidaria y la ultraderecha política, que postulan valores universales como la paz, la libertad, la democracia, y el amor a la patria y la familia, pero con prácticas poco pacíficas, entre ellas, el denominado golpe de Estado blando o lawfare, que busca evadir el camino de las urnas electorales para acudir a la agitación, desestabilización y subversión, a fin de hacerse con el poder público.

La expresión se atribuye al politólogo estadunidense Gene Sharp, quien hace cuatro décadas desarrolló un auténtico manual para llevar a la práctica este tipo de incursión pública ante el desprestigio en el que habían caído los golpes de Estado militarizados. En el ensayo titulado De la dictadura a la democracia, Sharp considera que un golpe suave puede ejecutarse en cinco etapas:

-La primera etapa es promover acciones no violentas para generar y promocionar un clima de malestar en la sociedad, destacando entre ellas denuncias de corrupción, promoción de intrigas o divulgación de rumores falsos.

-La segunda etapa consiste en desarrollar intensas campañas en “defensa de la libertad de prensa y de los derechos humanos”, acompañadas de acusaciones de totalitarismo contra el gobierno en el poder.

-La tercera etapa se centra en la lucha activa por reivindicaciones políticas y sociales, y en la manipulación del colectivo para que emprenda manifestaciones y protestas violentas, amenazando las instituciones.

-La cuarta etapa pasa por operaciones de guerra psicológica y desestabilización del gobierno, creando un clima de “ingobernabilidad”.

-La quinta etapa tiene por objeto forzar la renuncia de la presidenta o presidente en turno mediante revueltas callejeras. De manera paralela, se desarrolla una guerra civil prolongada y se logra el aislamiento internacional del país.

Estas cinco etapas se desdoblan a su vez en 198 métodos o prácticas para obtener en forma escalonada o gradual el debilitamiento de un gobierno “que al llegar por la vía electoral, legal y pacífica no puede derrocarse por métodos de fuerza armada militar, sino a través de las mismas instituciones y leyes en que se sustenta, para que tenga legitimidad su remoción o renuncia”.

Este es el quid del golpe de Estado blando o lawfare (guerra jurídica o judicial), que no acude a la fuerza militar descarnada y descarada, sino al “guante blanco” de las instituciones políticas vigentes, para derrocar o destituir a un Ejecutivo electo.

De esta manera, el golpe blando cambia de actores y escenarios: ya no se acude a generales golpistas que sacan las tanquetas a las calles para tirar las puertas de un palacio de gobierno, sino a legisladores o ministros golpistas. El derrocamiento o destitución se gesta mediante un decreto parlamentario o una sentencia judicial “legítima”.

Cualquier parecido con lo que está sucediendo en varios países de Latinoamérica y lo que algunos quisieran ver en México es mera coincidencia…


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Ricardo Monreal Ávila
  • Ricardo Monreal Ávila
  • ricardomonreala@yahoo.com.mx
  • Coordinador de los senadores de Morena y presidente de la Jucopo / Escribe todos los martes su columna "Antilogía" en Milenio Diario
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