Y yo estaba atento y trabajaba de saber si había oro y vi que algunos de ellos traían un pedazuelo colgado en un agujero que tienen en la nariz y por señas pude entender que yendo al sur estaba allí un rey que tenía grandes vasos de ello y tenía muy mucho.
Lo anterior es parte de un relato hecho por Cristóbal Colón a los reyes de España, financiadores de su viaje a las Indias, por lo cual llegó a lo que hoy es América.
López de Gómara, en su Historia… informa que Hernán Cortés afirmó: “tenemos yo y mis compañeros mal de corazón, enfermedad que sana con oro.”
Bernardino de Sahagún es más explícito: habla de los envíos que hacía Moctezuma a los españoles que avanzaban hacia México-Tenochtitlán, de los cuales les interesaba, sobre todo el oro:
“Como que cierto es que eso anhelaban con gran sed. Se les ensanchaba el cuerpo con eso, tienen hambre furiosa de eso. Como unos puercos hambrientos ansían el oro”, le reportaron sus llamados informantes.
No recuerdo que en las crónicas sobre Cholula, los españoles, soldados, frailes y otros hablen sobre búsqueda de oro ahí, aunque después de la masacre se debieron quedar con el que hallaron. Era esa una ciudad estratégica para dominar, en su avance hacia la capital mexica.
En el caso de la fundación de la Ciudad de los Ángeles, es obvio que, entre los mayores bienes para establecerla nunca estuvo el oro: sí el clima y la posición estratégica del sitio; los ríos y los amplios campos de cultivo para sembrar casi cualquier cosa, de esta tierra o de Europa.
Y fue propicio para los frailes franciscanos para intentar establecer la Utopía donde todos fuera iguales.
Regresemos a los “informantes” de Sahagún: los mexicanos se las había dado a los españoles y “las banderas de oro las arrebataban ansiosos, las agitan a un lado y a otro, las ven de una parte y de otra. Están como quien habla lengua salvaje: todo lo que dicen en lengua salvaje es.”
En la Ciudad de los Ángeles y sus alrededores no hubo minas de oro; si un tesoro aún mayor: los molinos de pan moler, donde el trigo, dorado, brilla aún al ser molido aquí.
El Dorado, en América del sur llevó a muchos a la locura y a la muerte. En la Angelópolis, el trigo es, fue y será, con el maíz, el dorado alimento.