La cifra debería ser una alerta para todos: la desconfianza en México hacia las noticias es más baja que el promedio mundial y ha descendido 17 por ciento en solo siete años. La cifra aparece en el Digital News Report 2023 del Instituto Reuters de la Universidad de Oxford, el cual comenzó a medir esta variable en 2017 y hoy está en su punto más bajo: solo 36 por ciento de las personas encuestadas confía en las noticias que lee, ve o escucha.
¿Qué significa esto en un país tan polarizado como el nuestro, que también es el más mortal del mundo para los periodistas? La respuesta debería no solo importar a los periodistas o académicos, sino a todos los mexicanos. No se trata de un asunto trivial, sino de una erosión clara de la relación entre periodismo y ciudadanía, y la prueba más reciente de que los datos reales cada vez importan menos. Por el contrario, cada vez tienen más presencia las narrativas que se acomodan a lo que cada uno de nosotros quiere creer: ya no se trata de intentar entender la realidad, sino de amoldarla a lo que le funciona mejor a nuestras opiniones.
Esta tendencia crece en todo el mundo, pero es aquí donde se afianza con fuerza y en un momento crítico como son las elecciones presidenciales del próximo año. ¿De qué servirá que los medios de comunicación dediquen esfuerzos a fiscalizar las campañas, a los candidatos o a los gobernantes actuales, si menos de la mitad de la población creerá que esos reportes son ciertos?
Las razones que ofrece el reporte para esta situación son varias: “Es posible que los reiterados ataques del Presidente contra los medios hayan influido en la disminución constante de la confianza en las noticias durante los últimos años: cayó del 50 por ciento en 2019 al 36 por ciento en la actualidad. Este año, la mayoría de las principales marcas periodísticas han experimentado otro descenso en sus puntuaciones individuales de confianza”.
Agrega: “De acuerdo con la ONG de derechos humanos Artículo 19, el gobierno mexicano ha desarrollado una ‘estrategia de desinformación’, aunque diga que ha generado mayor transparencia y rendición de cuentas. Y además, el acceso legal a las fuentes públicas, de hecho, se ha restringido. También la entidad señaló que aproximadamente una cuarta parte (26.5 por ciento) de la información proporcionada por las autoridades gubernamentales era falsa”.
Es cierto que la principal autoridad del Estado insiste en atacar a los periodistas críticos a diario, pero es hora de hacer una autocrítica muy necesaria y a fondo en los medios de comunicación: sería absurdo pretender que la confianza de la gente se perdió solo por las diatribas matutinas; hay un alejamiento general de la población hacia el periodismo y eso no se puede achacar solo a una causa.
El reporte señala que, paulatinamente, la televisión y la prensa escrita han ido perdiendo importancia y las redes sociales se utilizan ampliamente en todas las edades para consumir noticias –las que más crecen son YouTube y TikTok–, lo cual no solo es una señal de los tiempos globales, sino de que algo hemos dejado de hacer desde la prensa para mantener el vínculo con la sociedad. Más nos vale recuperarlo desde ambos lados, antes de que los datos y la realidad observable dejen de ser las anclas con las que tomamos decisiones.