Internacional

Lo que realmente importa

Las pantallas nos demandan toda nuestra atención. Las redes sociales nos entregan pequeñísimas dosis de dopamina a cambio de nuestra información personal, tiempo y salud mental. Los algoritmos nos exigen estar forzosamente en un bando o el otro, y los vociferantes te llaman tibio si piensas y dialogas en una escala de grises y no en blanco y negro. Los supuestos triunfadores nos demandan producir y ser exitosos a toda costa. Las opiniones ya no tienen datos ni coherencia detrás, sino ideas masticadas rápidamente y escupidas con fuerza. La barrera entre lo real y lo falso se difumina a diario.

Vivimos tiempos complejos, donde la empatía es vista como debilidad y el silencio como ignorancia. Donde la información y los datos son vistos como un problema más que como una necesidad. Quienes toman las decisiones importantes en el mundo han decidido caminar hoy por la vereda más oscura. El filósofo Byung-Chul Han, tras ganar el Premio Princesa de Asturias 2025, dijo: “El neoliberalismo ha hecho del ser humano ganado, y el ganado no se rebela. Va al establo y se alimenta, en nuestro caso, con bienes de consumo y datos”.

Parece que han pasado décadas desde que, mientras estábamos confinados por una pandemia, la humanidad hablaba de emerger de ella de forma distinta, con un mejor entendimiento de lo verdaderamente importante y buscando un mejor futuro. Han pasado apenas dos años y medio del fin de esa crisis histórica y esa promesa ya está más que rota. Pero lo que vale la pena sigue siendo lo mismo que nos dijimos hace meses: detenerse, respirar, pensar, leer, abrazar a quienes queremos, caminar, informarse, dormir, reír, jugar, resistir el canto de las sirenas. “El mundo no está en tus libros y mapas, está allá afuera”, dicen en El señor de los anillos. Por cursi que suene: la vida está allá afuera. Fuera del ruido permanente y la exigencia voraz.

Esa voracidad es la que hace que destruyamos el planeta, que sigamos comprando prendas innecesarias hechas por manos esclavas, que busquemos likes a toda costa, que usemos a la inteligencia artificial como terapeuta, amiga y hasta pareja. Hay una epidemia de soledad y de problemas de salud mental porque nunca nada es suficiente. Hemos decidido, como colectivo, caminar por encima de todo y de todos para intentar llenar ese vacío que nos dicen que llevamos dentro. Pensando que alguna vez, en algún momento, esos likes, ese viaje, esa idea inamovible o esa nueva compra en línea harán que todo, por fin, sí sea suficiente. No es así.

Es necesario hacer consciente que el sistema actual sobrevive gracias a nuestra atención, tiempo e información. Y que ese vacío que nos dicen que hay que llenar, esa discusión en redes que hay que ganar y ese supuesto éxito que hay que alcanzar, solo alimenta a la máquina voraz. Le estamos entregando nuestros días, ideas y decisiones a gente y corporaciones que solo están lucrando con ellas. El ganado sí puede –debe– rebelarse.

 

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Esta es la última entrega de esta columna. Muchas gracias a Óscar Cedillo, director de MILENIO, por la oportunidad de publicar, durante casi cinco años, en un medio tan importante y siempre de forma libre. Gracias también a mis editores y editoras y, por supuesto, a quienes me leyeron y comentaron.


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Mael Vallejo
  • Mael Vallejo
  • Mael Vallejo es periodista. Director de estrategia digital de N+. Su columna se publica cada 15 días (viernes).
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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