Teuchitlán, el municipio que se encuentra a tan sólo una hora de distancia de la ciudad de Guadalajara, en pocos días ha ganado una notoriedad nacional e internacional sin precedentes, y no es para menos, tomando en cuenta que esta localidad de menos de 10 mil habitantes se ha convertido en el epicentro del horror y nos ha robado el aliento con cada nuevo hallazgo o testimonio de colectivos de búsqueda.
Hago hincapié en lo anterior, porque no son los indicios de las investigaciones oficiales y de las autoridades las que nos han revelado esta crueldad exacerbada, sino las madres que, desde hace años, buscan a sus hijos con sus propias manos. Gracias a imágenes y testimonios publicados por el colectivo Guerreros Buscadores de Jalisco conocimos las entrañas del campo de adiestramiento y exterminio ubicado en el rancho Izaguirre, en Teuchitlán.
Sin embargo, de vuelta a las primeras líneas del texto, Teuchitlán también es un municipio lleno de una riqueza sin igual para compartir con el mundo entero, como la zona arqueológica de los Guachimontones, pirámides cónicas únicas en México, designadas Patrimonio Cultural de la Humanidad en 2006, la Presa de la Vega, y el paisaje agavero, que cautiva con su esplendor. Lastimosamente por los próximos años, la memoria colectiva recordará a este poblado por una sola cosa.
¿Cuántos municipios y cuántas ciudades en México han quedado marcadas permanentemente por la violencia desmedida tras la política de abrazos, no balazos? ¿Cuánto pierde la ciudadanía cuando se sustituye el turismo por el horror, el comercio por la extorsión y la tradición por muerte y desaparición?
Las historias de terror en el rancho Izaguirre en Teuchitlán traen a nuestra mente los episodios más oscuros de la humanidad. En esas coordenadas de Jalisco vimos cómo la realidad siempre puede superar exponencialmente a la ficción y nos reveló el nivel de descomposición de nuestra sociedad, ¿se puede llegar más lejos? Espero que no, ¿Podemos recuperar el rumbo? Estoy segura que sí.
Ahora que el dolor, el miedo y la indignación están más despiertos que nunca, el reparto de culpas ofrece una salida de emergencia, más no brinda una solución duradera para la crisis de enormes dimensiones que tenemos en frente. El momento exige un camino distinto, uno donde quepamos todas y todos, y que nos lleve en una misma dirección.
Es por esta razón que desde el PRI Jalisco hicimos un llamado a todo México, para convocar a fuerzas políticas, los tres niveles de gobierno, universidades, líderes religiosos, activistas, colectivos, sectores empresariales y toda la sociedad en su conjunto, a que nos unamos en un gran paro nacional por la paz, donde podamos dialogar y reflexionar nuestro presente y futuro, con la esperanza puesta en que sí podemos lograr la pacificación nacional. ¿Y tú, te unes?