Sociedad

Preguntas generacionales, de género y de otro tipo

Ya que se puso de moda el nombre con la letra “Z” para nombrar a una generación que “convocó” con bastante alharaca para protestar por la violencia y la inseguridad que padecemos en México; y punto y aparte de los dimes y diretes entre el oficialismo y la oposición sobre las marchas, sus desmanes y la violenta respuesta policial en la capital del país y en nuestra entidad, aquí va una colección de preguntas que espero y lleven a contemplar otros puntos de vista a mis lectoras y lectores.

Es una columna de preguntas, más que de opinión. Muchas preguntas y pocas o nulas respuestas. Pero así es la vida y así es nuestro país: una colección de disparates y sinsentidos que nos hace ver surrealistas y poco dotados para un primer mundo que algún día podríamos llegar a vivir, si hacemos entre todos lo correcto.

¿Los viejos de hoy –que algún día fueron jóvenes– transformaron nuestra sociedad nacional para llegar a ese ansiado primer mundo que todos anhelamos?

¿Son menos corruptos los jóvenes que los viejos?, o ¿los jóvenes aprendieron el oficio y se comportan peor que aquellos? Ejemplos contemporáneos hay muchos.

¿La niñez está aprendiendo valores o antivalores? Los jóvenes que cantan a diario corridos tumbados de artistas que hacen apología del delito, ¿sabrán tomar la estafeta de los viejos, correr su tramo y pasarla a esos niños que están creciendo viviendo los antivalores entre las redes sociales y el mundo real?

¿Los niños mexicanos que hoy crecen, ya no serán corruptos mañana?

¿Por qué los líderes sociales y políticos de ayer –y los de hoy– no pusieron (ni ponen) el ejemplo de lo que es tener valores y siguen perpetuando la corrupción sean del partido que sean y de la filiación política que sean?

¿Por qué los jóvenes de hoy se quejan de que no tienen las oportunidades que tuvimos los que hoy vamos avanzados, y no construyen las suyas con esfuerzo y dedicación? ¿O será que todo lo quieren como en el celular? Fácil y rápido.

¿Por qué los adultos y viejos de hoy creen que el culmen de la vida es acumular riquezas, y en su avaricia y codicia no dejan más que espacios de cuarenta metros cuadrados, nombrados rimbombantemente como “lofts” o “depas” extrafinos para que los jóvenes vivan pagándolos durante toda su vida a precios exorbitantes en torres de diez o quince pisos?

¿Por qué los jóvenes se entusiasman con las “amenidades” de dichos edificios, y el “coworking” en estos, y no exigen áreas verdes y espacios de donación para una vida en comunidad más sana y completa?

¿Por qué dichos jóvenes no exigen (trabajando y dando resultados con más productividad) una mejora en sus percepciones salariales, cuando el gobierno de Morena al subir el salario mínimo, con justicia, –viene otro aumento para 2026– ha pulverizado los sueldos mayores a quince mil pesos al mes, al no subirlos?

¿Por qué los maestros, de cualquier nivel educativo, –desde básica hasta universidad– ven que sus salarios quedaron reducidos al sueldo mínimo, cuando ganan un poco más de los $8,364 pesos mensuales –$11,061 en la frontera–, y no dicen absolutamente nada? Solo la CNTE.

¿Cuándo fue derogado el artículo 4to constitucional, que establece la igualdad entre el hombre y la mujer en territorio mexicano, para instaurar una discriminación afirmativa en favor de las mujeres que fue concertada mediante convenciones internacionales, haciendo a un lado la supremacía del Constituyente?

¿Con qué facultades los poderes judicial, ejecutivo y legislativo han prácticamente dejado en el limbo la igualdad entre hombres y mujeres en México, atropellando la Constitución –ley suprema–?

¿Cuántos años tendrán que pasar (cientos o miles) para regresar a la ilusión de las feministas? Acabar con el patriarcado. ¿Para instaurar el matriarcado?

¿Cuándo hemos entendido lo que alguna vez dijo la autora argentina Esther Vilar en el “Varón domado” que la liberación de la mujer significó también la liberación del hombre?

¿Por qué sí las leyes y reglamentos de vialidad prohíben el uso del celular al piloto de un vehículo, los choferes de plataformas hacen alegremente uso de este aparato sin ningún rubor y sin que las autoridades digan ni pío?

¿Por qué los motociclistas de plataformas de entrega rápida igualmente hacen lo anterior, y los vehículos y motos particulares lo tienen “absolutamente prohibido”?

Hasta ahora, son solo preguntas… Y, habría más, pero falta espacio.


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José Luis Castellanos González
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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