Sociedad

¿Las horas marcadas?

En diversas columnas que he publicado, escribí sobre como en el mundo de la política los intereses políticos, partidistas o de otro tipo, siempre terminan enfrentándose en dos porciones identificadas del espectro: unas veces derecha contra izquierda, y en otras intereses bien marcados del débil contra el grandote (David contra Goliat) y como al final la victoria de uno sobre el otro decide momentos históricos: El elemento disruptivo (22-Oct-23), Polaridades (05-Nov-23), Los senderos que se bifurcan (26-Nov.23), Ideas e intereses (25-Feb-24), por mencionar algunas.

En ellas hago referencia a los dos opuestos de la política, los objetivos encontrados, y las batallas del mundo de la ideología llevada a los intereses de quienes nos gobiernan o quienes pretenden el acceso al poder. El “ying y el yang” de los opuestos que le da “sabor al caldo” cuando muchos somos testigos mudos. He titulado esta columna de la forma que lo hago bajo el recuerdo de una serie televisiva producida por Carmen Arizmendi en los ochentas y transmitida por la empresa Televisa en cadena nacional por el Canal Dos, que se llamó “La hora marcada”. Una serie de miedo, fantasía y ciencia ficción que dejó huella en los jóvenes y adultos de aquellas generaciones (desde el nombre) y de la que después esta empresa hizo un “remake” en 2023. Guillermo del Toro hizo pinitos en tres episodios de la serie de los ochentas (junto con Alfonso Cuarón y Emmanuel Lubezki) que son ya objeto de culto por los seguidores de este director y productor premiado con el Oscar.

En el actual momento de la historia que vivimos, “las horas marcadas” nos hacen ver que la certidumbre y la seguridad no es una característica de nuestros tiempos: Javier Milei y su partido (con la ayuda y la intervención de Donald Trump) ganan hace una semana las elecciones que les dan mayoría en el Congreso argentino. Y el Partido Republicano con el mismo Trump a la cabeza pierde importantes posiciones a manos de los demócratas en las elecciones del pasado martes: las gubernaturas de Nueva Jersey, Virginia y la alcaldía de Nueva York (y otros importantes bastiones electorales) se cuentan entre los trofeos que se llevaron en la jornada. “Nadie es profeta en su tierra” parece ser la lección que los votantes (mayoritariamente los jóvenes) le dieron al presidente estadounidense. Y este respondió que él no era el candidato, si lo hubiera sido otra historia estaría sucediendo (y otro gallo cantando), dijo. Las victorias tienen muchos padres, pero las derrotas son huérfanas.

Y el caso más emblemático es el del candidato demócrata por la alcaldía de Nueva York, Zohran Mamdani (inmigrante de origen indio) que se dice “socialista” –seguidor del senador Bernie Sanders- y que ganó frente al candidato independiente Andrew Cuomo (antes demócrata), lo que llevó al candidato republicano Curtis Sliwa a un lejano tercer lugar. Vilipendiado y truqueado por Trump durante la larga campaña electoral de casi un año (incluyendo las primarias) Mamdani no se arredró y mantuvo su postura clara y de frente. Recordemos que los grandes intereses económicos de Trump están en Nueva York y Atlanta. Esto lo llevó a señalar al candidato demócrata de “comunista”.

Otros frentes de ataque político se abrieron: “tras su sorpresiva victoria -como candidato-, las críticas y ataques contra Mamdani han recurrido a contenido y estereotipos islamófobos, racistas o xenófobos, especialmente con referencias a los atentados del 11 de septiembre y al terrorismo. Estas críticas y ataques han provenido de todo el espectro político y han generado un debate sobre el uso de la islamofobia en la política estadounidense”, según señala Wikipedia. Pero incluso fue atacado por haber llenado dos opciones de raza en su aplicación a la Universidad de Columbia en 2009, y por vivir en una casa de renta protegida por el gobierno (lo que implica una ventaja sobre personas más pobres, dijeron).

Por otra parte, Mikie Sherrill fue elegida gobernadora de Nueva Jersey y Abigail Spanberger de Virginia. Ambas demócratas con antecedentes representativos en el Congreso y en la Marina la primera, y en la CIA la segunda. ¿Qué nos dice todo esto? Que en el transcurso de diez meses los votantes norteamericanos están desilusionados de las acciones del gobierno de Trump, fundamentalmente donde más le duele a la gente: el bolsillo. Los recortes presupuestales, los cierres del gobierno (con el consecuente cese de pagos a empleados federales) y la subida en los aranceles (que han golpeado las importaciones de los productos que consumen los norteamericanos con la consecuente inflación) indican claramente que las clases medias y bajas en los Estados Unidos ya no comparten del todo la forma de gobierno de este personaje.

También indica que no hay cartas ni horas marcadas y que como buenas clases medias sus decisiones de voto son frágiles, cambiantes y se evaporan de un momento a otro. Las horas en estos casos NO están marcadas.


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José Luis Castellanos González
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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