La empatía es definida en el Diccionario de la Lengua Española por la Academia española como “sentimiento de identificación con algo o alguien” o “la capacidad de identificarse con alguien y compartir sus sentimientos”.
La ‘visión general’ de Google (Inteligencia artificial) incorpora como ‘beneficios’ de la empatía los siguientes:
“-Construye relaciones: fortalece la conexión emocional y fomenta la confianza y el apoyo mutuo.
-Facilita la comunicación: ayuda a comprender mejor a los demás, lo que puede mejorar la comunicación y el aprendizaje de nuevas conductas.
-Promueve el bienestar: ofrece bienestar, desahogo y alivio emocional a quien se siente escuchado.
-Contribuye al crecimiento social y profesional: es una herramienta clave para resolver conflictos de manera más humana y es esencial para el desarrollo social.”
Un gobierno [de cualquier nivel y ámbito de competencia] a pesar de las condiciones técnicas y legales –bastantes frías y amorfas- del servicio público, debería considerar entre sus atributos y acciones de gobierno la empatía hacia sus gobernados, y preferentemente hacia los más necesitados y desprotegidos.
Enrique Alfaro Ramírez, gobernador emecista de Jalisco en el sexenio anterior (2018 a 2024) dio bastantes muestras con sus declaraciones y acciones de que la empatía y el ponerse en los zapatos del ciudadano común no eran sus fuertes: la inseguridad era responsabilidad de los ciudadanos y no del gobierno, jamás aceptó recomendaciones de la CEDH que contenían disculpas públicas –por desapariciones y/o desapariciones forzadas de personas-; dijo que la Fiscalía estaba infiltrada por la delincuencia y no hizo nada al respecto; vio la viga en el ojo ajeno pero jamás la paja en el propio; es decir jamás reconoció todo lo que su gobierno hizo o dejó de hacer en perjuicio de los millones de habitantes del estado.
Con declaraciones estridentes prometió la salida del estado del pacto fiscal federal (lo que jamás sucedió), pedía presupuesto al gobierno federal bajo esquemas de incontinencia verbal. La ciudad creció verticalmente en perjuicio de todos por la falta de servicios y planeación urbana. Tuvo un largo conflicto con la Universidad de Guadalajara y sus liderazgos por temas presupuestales que resolvió de la manera menos imaginada: concediéndoles el presupuesto constitucional. Obviamente cosechó lo que sembró.
Jalisco salió adelante en esos seis años con la tenacidad y esfuerzo de mujeres y hombres trabajadores (incluyendo los empresarios pequeños, medianos y grandes).
Después de seis años de gobierno, y con Morena pisándoles los talones, por un escaso margen de votos, (luego de una cuestionada e impugnada elección) se refrendó la continuidad del partido Movimiento Ciudadano en el gobierno del estado y tres de los más grandes municipios conurbados (así como algunos otros municipios más pequeños en otros puntos del estado).
El actual gobernador, Pablo Lemus, parecía decidido a marcar un contraste con su antecesor mediante otras maneras de actuar y hacer política. Y su sexenio arrancó con los apoyos de la iniciativa privada –su origen- y de su partido, pero también con los cuestionamientos normales de la oposición y los grupos de presión.
Pues bien, resulta que con miras a la Copa Mundial de Futbol de la FIFA que habrá de celebrarse el año entrante en algunas ciudades del país y otras latitudes, decidió realizar obras costosas ($), a la carrera y con pésima planeación y empatía para los habitantes de la metrópoli. Las mismas tendrán que ser concluidas a más tardar en marzo de 2026, y si no fuera así la FIFA impondría fuertes sanciones a los gobiernos respectivos. Pero el colmo ha sido lo que los sufridos trabajadores de a pie y de carro tienen que padecer cada día por las mentadas obras públicas.
Y la muestra más grave de esa falta de empatía han sido los ocho kilómetros que corren por la carretera a Chapala desde el periférico hasta el aeropuerto. Ese solo tramo es recorrido por miles de vehículos de pasajeros, de carga y de transporte público en un tiempo de dos a tres horas, a vuelta de rueda. El resultado: personas que a fin de llegar a su trabajo o compromisos [como los pasajeros del aeropuerto] razonablemente a tiempo, deben hacer recorridos de dos a cuatro horas que de manera normal tomarían treinta minutos. Una vialidad diariamente colapsada que afecta a cientos de miles de habitantes, pero nuestros servidores públicos (ajá) preocupados por quedar bien con la FIFA y un puñado de turistas que vendrán al evento futbolístico internacional. Obras hechas al vapor, con una escasa planeación y sin vialidades alternas, incumpliendo un sin fin de requisitos, con una absoluta falta de empatía con el común de los sufridos seres humanos que tienen el infortunio de recorrerlas a diario, o esporádicamente, viviendo las desventuras causadas por un gobierno insensible. ¿Usted qué opina?