Algún día alguien va a escribir una comedia muy divertida sobre todo este asunto de las marchas de la Generación Z en México.
¿Por qué? Porque es un chiste que, desde siempre, se contó solo.
¡Ahora resulta que la generación Z, en México, está harta! ¿Harta de qué? ¿De recibir apoyos? ¿De que les abran universidades? ¿De que les den trabajo?
Y luego uno ve las fotos. ¿Y con qué se encuentra? ¡Con puro “boomer” producido para generar imágenes de guerra!
¡Es que es increíble! De veras. Luego está lo de Carlos Manzo.
La nota no es la indignación ante el asesinato de este señor. La nota es por qué la familia, los amigos y los aliados de este político permitieron que su nombre se prostituyera sumándose a esta parodia.
No hay manera de observar esto y de no comenzar a sospechar.
¿A sospechar qué? Cosas lo suficientemente terribles como para aniquilar la indignación. ¡No se vale!
¡Gracias, Vicente Fox, por arruinar el chiste! No era necesario. Pero, gracias.
No, pero espérese, se pone todavía más cómico. ¿Puede haber algo más hilarante que la victimización de Ed Andrade?
¡Cómo se nota que es nuevo! Usted tápele la cara y haga de cuenta que es Lilly Téllez. Despístenle tantito, por favor. Si van a hacer estas payasadas, contraten a otros escritores.
Estamos ante un “show” digno de Aristófanes. Cualquier persona con cuatro gramos de información pudo entender, desde el principio, la farsa.
¿Qué relación puede haber entre la realidad de Nepal y la de México como para que un movimiento de allá apareciera por acá?
¡Y luego el nombre! Generación Z. ¿Sabrá el autor de esta ridiculez lo que son los zetas en México? Volvemos a lo mismo: si vas a hacer una conspiración, no contrates extranjeros.
Eso es como de mala televisora privada. ¿Se acuerda usted de lo que pasó con la industria de las telenovelas? Es tan descaradamente transparente que no puedo parar de reír.
Por favor, sean serios y ya no le hagan perder el tiempo ni a la ciudadanía, ni al gobierno ni a nadie.
La próxima vez que contraten comunicadores, influencers o gente para que haga destrozos, asegúrense de pagarles los suficiente como para cubrir su nueva vida en otros países, las multas y las cuentas del hospital.
Porque ésa es otra: ¡Ni pa’armar broncas son buenos!
Señoras y señores que se piensan vender para estas ocurrencias: lean bien las letras chiquitas de sus contratos para que luego no salgan peor de perjudicadas, de perjudicados.
Las están contratando, los están contratando, para engañar, pero las primeras engañadas, los primeros engañados, son ustedes. ¡Abran los ojos!
¿Cuál es la nota? Primero: la pulcritud editorial y política de Claudia Sheinbaum, por el lado de la presidencia, y de Clara Brugada, por el lado de la jefatura de gobierno de la Ciudad de México.
Cuando uno está frente a una comedia, es muy fácil cometer errores, caer en provocaciones, manejar el tono equivocado.
Ellas lo hicieron con una entereza y con una dignidad tan grande, tan atinada que, por supuesto, las autoras y los autores de este chiste enfurecieron.
¡Y ahí fue donde se les cayó el teatrito! No hay peor crítica para un espectáculo cómico que la seriedad. Y Claudia y Clara fueron muy serias. Contundentes. ¡Bravo!
Y segundo: la nota también es el pésimo comportamiento de muchos medios privados de comunicación.
A ver: si ustedes son las expertas, los expertos, en entretenimiento. Las mujeres y los hombres que más saben de cómo hacer reír a las multitudes, ¿en verdad quieren que creamos que no supieron, desde el principio, que esto era una broma?
¿Por qué, en lugar de criticar bien? ¿Por qué, en lugar de analizar bien? ¿Por qué, en lugar de denunciar bien, le hicieron a las payasas, a los payasos, y le siguieron el juego a las y los comediantes que crearon este artificio? ¡Por qué!
¿No se dan cuenta de que, al hacerlo, perdieron otro punto de la poca credibilidad que les quedaba?
Ya no estamos en los tiempos del asesinato de Paco Stanley. Sembrar el pánico ya no es una opción para manipular al pueblo. ¡Cuidado! ¡Lo están haciendo mal! ¡Se están metiendo el pie solitas, solitos!
Se los digo porque las quiero, porque los quiero. Si siguen como van, a ustedes sí las va a castigar, los va a castigar, la generación Z, pero la generación Z de verdad, la que va a tomar las riendas de México en muy pocos años.
Para no hacerle el cuento largo: se acabó el sketch. Pasemos a lo que sigue. A ver ahora qué nueva ridiculez se le va a ocurrir a las derechas.
Yo sólo espero que mis muy amados medios privados no la vuelvan a regar porque hay un punto en que se les podría acabar el 20. ¿O usted qué opina?