El pasado 19 de junio, la presidenta electa, Claudia Sheinbaum Pardo (CSP), sostuvo un amplio encuentro con el sector privado representado en el Consejo Coordinador Empresarial (CCE). Ahí presentó los principales ejes del plan de gobierno 2024-2030, varios de los cuales había yo relatado en una entrega previa de estas líneas.
Entre los principales elementos a destacar está, en primer lugar, la ratificación de los compromisos en materia macroeconómica que CSP hizo durante la campaña: control de la deuda y déficit (mismo que planteó debería rondar 3.5 por ciento para 2025), así como respeto a la autonomía de la autoridad monetaria (Banxico). Estos compromisos ya eran conocidos, pero su refrendo, pasada la elección, fortalece la confianza del sector.
En segundo lugar, CSP abundó y detalló un eje que me parece será fundamental en los años que vienen: el Programa Nacional de Infraestructura (PNI). Si bien los resultados hasta ahora obtenidos en materia de inversión y formación bruta de capital que he comentado anteriormente en este espacio, son muy favorables, para nadie es secreto que continuar en una senda de crecimiento requiere un impulso sin precedente a la infraestructura nacional. Tanto para aprovechar el momento geopolítico y la relocalización (nearshoring), como para mantener la fortaleza del mercado laboral y el consumo interno, es indispensable que el país crezca en su capacidad de generación y distribución eléctrica e hídrica, así como en las redes logísticas que permitan el traslado eficiente de bienes y productos.
Algunas de las principales iniciativas del PNI son la creación de 22 polos de desarrollo en diferentes regiones del país junto con corredores industriales; el fortalecimiento de la red carretera y ferroviaria, tanto para trenes de pasajeros como de carga; el desarrollo de parques intermodales para el transporte eficiente de mercancías; el impulso al modelo de transición energética, y la creación de una agencia de relocalización de empresas, entre otras. Todas estas políticas, además de oportunas, son claramente realizables si gobierno e iniciativa privada trabajan desde temprano en su ejecución, como CSP está planteando.
En tercer lugar, la presidenta subrayó la prioridad que se dará a la política social. Tanto los programas actuales, como los adicionales planteados por ella en campaña, tendrán un lugar preponderante en el gasto. Aun cuando la reducción en pobreza y desigualdad que tuvo lugar durante la administración del presidente López Obrador ha sido histórica, quedan aún muchas brechas por remontar en la materia para alcanzar lo que CSP ha llamado prosperidad compartida.
Finalmente, CSP también hizo referencia a los desafíos y propuestas en materia de seguridad, un elemento crucial en el buen desarrollo del ambiente de negocios, así como a la voluntad de su administración para fortalecer el trabajo conjunto con el sector privado para sumar inversiones y potenciar resultados.
Tuve la oportunidad de conversar con varios asistentes a la reunión y, en todos los casos, encontré una sensación de confianza y buenas expectativas. Toca, me parece, tomarle la palabra a la presidenta electa y participar de lleno con el programa planteado.
Alfa positivo. El encuentro de la presidenta electa en el CCE, así como el anuncio de parte de su gabinete el día siguiente, tuvieron un efecto favorable en los mercados. Un ejemplo fue el tipo de cambio frente al dólar, que había alcanzado 18.51 pesos el día previo, y bajó a 18.41 después de la reunión para alcanzar 18.12 pesos ayer, una apreciación de 2.1 por ciento en pocos días.