El aumento al salario mínimo de 2026 marca un nuevo hito: alcanzará 315 pesos diarios, con un incremento de 13 por ciento que consolida la recuperación salarial más acelerada de las últimas décadas. Este ajuste no solo actualiza una cifra, confirma la continuidad de una política pública que ha cambiado la realidad de quienes ganan el ingreso más bajo del país.
Este proceso se entiende mejor si se mira de dónde venimos. En 2018 el salario mínimo era de 88 pesos diarios y arrastraba una pérdida de más de 70 por ciento de su poder adquisitivo desde los años ochenta. Con los aumentos acumulados, incluido el de 2026, el avance real supera 154 por ciento. Para millones de trabajadores eso significa poder cubrir la canasta básica con menos angustia, enfrentar un imprevisto con mayor margen y recuperar un nivel de ingreso que llevaba generaciones rezagado.
Algo importante ocurrió en el camino: los temidos efectos adversos no llegaron. La inflación se mantuvo contenida, la informalidad no registró saltos significativos y el empleo no se desplomó. Al contrario, México cuenta hoy con 22.7 millones de empleos formales y tan solo este año ha creado más de 550 mil nuevos puestos. Sectores vinculados a exportaciones, manufactura y servicios modernos sostuvieron una demanda firme de mano de obra. En estados donde el salario mínimo es referencia directa, la pobreza laboral mostró descensos claros.
Los incrementos también modificaron la dinámica empresarial. Muchas compañías que basaban parte de su competitividad en sueldos muy bajos tuvieron que actualizar procesos y estructuras salariales. Las que ya operaban con mayor productividad encontraron un entorno más parejo. El salario mínimo empezó a reflejar mejor la productividad marginal del trabajo y a corregir un rezago histórico entre lo que produce un trabajador y lo que recibe.
El aumento de 2026 llega en un momento en que México trabaja para fortalecer su base productiva. El Plan México, junto con la nueva política industrial, impulsa infraestructura logística, energía más limpia, parques industriales modernos, corredores estratégicos y una formación técnica más alineada con las nuevas manufacturas. La llegada de plantas y cadenas de suministro más sofisticadas ofrece una ruta para que el valor generado por el trabajo siga creciendo y los avances salariales se sostengan.
Después de décadas de estancamiento, el salario mínimo recuperó su sentido económico y social. Con una política industrial que ya amplía capacidades y moderniza sectores clave, el país puede convertir esta recuperación salarial en un motor duradero de bienestar y crecimiento.
Alfa positivo. La presidenta Claudia Sheinbaum se reunió la semana pasada con líderes empresariales y anunció un nuevo consejo para promover las inversiones relacionadas con el Plan México; además, el Consejo Mexicano de Negocios presentó 38 proyectos de inversión, por 40 mil millones de dólares, a partir de 2026.