Este es el país en el que vivo: si uno entra en una miscelánea, en un Oxxo, en un Super 7, atrás de la cajera se despliegan varias marcas de cigarros en diferentes presentaciones y sabores. Todas esas cajetillas tienen una advertencia grande y muchas veces ilustradas con mensajes que advierten de los comprobados y graves peligros que fumar causa al usuario. Esas advertencias las regula y actualiza la Secretaría de Salud. Evidentemente, los cigarrillos no se deben vender a menores de edad. Por eso deben estar detrás de la caja.
Muy pronto, si entro a la misma tienda y me encuentro con un vapeador o un cigarrillo electrónico, nuevas tecnologías que entregan al usuario de otras maneras la misma sustancia que causa la adicción: nicotina; esa tienda y tal vez el cajero podrían terminar en prisión por varios años y por supuesto que se abrirá una carpeta de investigación para saber cómo es que esos productos llegaron ahí.
Ese es el tamaño del absurdo.
Cigarrillos y vapeadores hacen daño. La mayoría de los estudios publicados y certificados por científicos dicen que aquellos vapeadores regulados y con controles de las autoridades sanitarias son menos dañinos que los cigarrillos; no solo eso, como sucedió en Gran Bretaña, se pueden usar para vencer la adicción a la nicotina. Otros, muy pocos, dicen que pueden ser peores, pero estos estudios muchas veces se basan en los vapeadores piratas que vienen de quién sabe dónde.
Sí, entre el pueblo bueno hay harto adicto. No porque no lo sean, por supuesto, sino que malditos neoliberales les presentaron el tabaco y la nicotina. La 4T tiene siempre una proclividad al prohibicionismo. Como si eso arreglara algo. También están prohibidas las armas en México, por cierto. Y tal vez sea cierto aquello que el expresidente agarró a su hijo vapeando alguna cosa china y se enfermó, y de ahí. Vaya usted a saber.
Les encanta prohibir, no es gratuito que a pesar de promesas no se haya regulado el uso de la mariguana. Les encanta amenazar con meter gente a prisión. Ya ven cómo andamos rompiendo récords en estos meses.
Pero hay algo más.
No pueden, no les gusta, no saben cómo regular.
La austeridad y su repulsión por la burocracia hace que prefieran prohibir que regular, que vigilar.
Podrían limitar la venta de vapeadores a los autorizados por otros países por su seguridad, a la compra por parte de mayores de edad, a ponerles advertencias. A tratar a los adultos como adultos. Pero no.
Pues sí, vendrán mercados peores que los de hoy.
