Con **Relatos salvajes (2014) el realizador argentino Damián Szifrón divirtió a miles de cinéfilos ya que los seis cortometrajes que componen la película convencieron con sus historias un tanto absurdas, los personajes satirizados y el humor negro. Obvio que con este antecedente despertó expectativa por la primera producción estadounidense del director. Con el título **To Catch a Killer (Misántropo 2023) Szifrón sigue abonando al tema de la violencia y el lado oscuro del ser humano. Lo que sorprende es que ubica la trama en el interior del FBI y utiliza como marco muchas de las convenciones del cine policiaco estadounidense. O, más bien, parece seguirlas ya que las utiliza para mostrar que los seres humanos son más interesantes y mucho más diversos que los personajes del cine de género. Y que su filme no se limita a la trama y el mensaje de cómo “atrapar a un asesino” sino que tanto criminales como persecutores son seres humanos con problemas y debilidades.
El filme nos lleva a Baltimore en un festejo de fin de año. La ciudad llena de luces, fuegos artificiales y gentíos está literalmente “de cabeza”. Después de que la imagen gira 180 grados observamos en un sobrevuelo los múltiples festejos en techos, terrazas y salones y escuchamos el bullicio de la gente y las explosiones de los fuegos artificiales. De pronto empieza un tiroteo y vemos personas caer. Desde un piso alto de un rascacielos un francotirador mata con tiros certeros a veintinueve personas. En la caótica huida y la llegada de la policía al lugar conocemos a la joven agente Eleanor y a Lammark, comandante del FBI y encargado de la investigación para encontrar al asesino.
La descripción del inicio y el desarrollo del filme parece narrar una típica historia de thriller policiaco de EUA en la que un francotirador es cazado por un agente del FBI, que, por lo general, tiene que defender su método de investigación contra colegas que pretenden quitarle el control. Misántropo utiliza - pero también le saca la vuelta - a estas convenciones narrativas del género. Lo que empieza como thriller policiaco se desarrolla - y sobre todo termina - como reflexión acerca de las debilidades y condiciones humanas que tensan la comunicación, la relación y conducta de individuos y grupos sociales. Un tema muy cercano a los que Szifrón desarrolló en Relatos salvajes.
Lo interesante y novedoso es reconocer cómo Szifrón y su coguionista Jonathan Wakeham en contubernio con sus actores y equipo, logran profundizar los hechos de la trama de persecución. Todo empieza con la manera cómo introducen y siguen los movimientos y reacciones de los personajes. La joven y un tanto insegura agente policiaca Eleanor (Shalene Woodley), por ejemplo, apenas es percibida entre los policías masculinos y nadie hace caso a su propuesta de fotografiar a todas las personas que huyen despavoridas del lugar de la balacera. Al comandante del FBI Lammark (Ben Mendelsson), encargado del caso, le cuesta trabajo armar y trabajar en equipo y sus reflexiones y métodos de investigación no son bien vistos entre sus colegas. Nadie, salvo Eleanor, acepta su directiva de buscar al sospechoso no como criminal o “persona perversa” sino como ser humano con problemas y de identificarse con él a través de la intuición y las propias experiencias y debilidades. Como espectadores el filme nos lleva a reconocer que muchas de las conductas consideradas normales, son resultado de prejuicios racistas, de género y preferencia sexual. Eleanor, por ejemplo, reacciona de manera agresiva a la invitación de su jefe de acompañarlo a cenar y reprueba su orden de cuidar a un bebé llorón. De manera sutil el filme nos sensibiliza por los pequeños y grandes gestos, palabras y actos de injusticia. De **Relatos salvajes a **Misántropo Szifrón ha sensibilizado su mirada y reflexión. ¿Volverá a realizar relatos argentinos?