¡Dios mío! ¡No puedo creer lo buenísima que está “Succession”! Siempre lo ha estado. Pero ahora sí, esto es una locura. ¡Hasta ahí mismo lo dicen!
Cuando uno jura que los capítulos no se pueden poner mejores, no sólo se ponen mejores, catapultan aquello a unos niveles de intensidad dramática imposibles de encontrar en algún otro lado.
¡Y mire que el mercado está saturado de grandes propuestas!
Le recuerdo: tenemos “al aire” la temporada final de esta otra obra maestra de HBO tanto en los cables y las antenas directas al hogar como en la plataforma HBO Max.
Faltan sólo dos semanas para el final definitivo de esta superproducción, el episodio de este domingo 14 de mayo estuvo de alarido (sobre todos los demás que habían estado increíbles) y usted está a tiempo, ya sea de ponerse al día o de comenzar a verla desde la temporada uno, para que sea parte del fenómeno y despida en grande este concepto el próximo 28 de mayo.
Hay muchas maneras de describir “Succession”. Para mí, es una radiografía de lo bajo que hemos caído como humanidad, el mejor retrato que se haya hecho de la suciedad detrás de la riqueza.
La clave de su éxito está en que es, ante todo, una historia de familia y no importa si usted es rico o es pobre, siempre va a encontrar puntos de contacto con esos personajes, con esos conflictos, con esas luchas de poder.
Por si esto no fuera suficiente, en esto que estamos viendo, la guerra que viven sus protagonistas salta del terreno empresarial al político y el resultado es una bomba tanto en Estados Unidos como en México y el resto del mundo.
Prohibido no estar aquí. Prohibido perderse “Succession”.
ESCÁNDALO
Como usted sabe, “Queen Cleopatra” (“La reina Cleopatra”), la nueva serie documental de Netflix, es un escándalo internacional porque por primera vez en la historia del espectáculo estamos viendo a Cleopatra como una mujer afrodescendiente.
Ya no es una chica blanca de ojos color violeta como en los tiempos de Elizabeth Taylor. Ahora es como, se supone, fue.
¿Y sabe quiénes son los más enojados? Los egipcios.
¿Entiende la magnitud de lo que le estoy diciendo? Tengo la impresión de que en Netflix esperaban ataques de las mismas personas que se molestaron con Disney por “La Sirenita”, pero que jamás imaginaron que los primeros en enojarse iban a ser los africanos.
¿Qué se hace en estos casos? Por favor no juguemos a juzgar ni a los egipcios ni a los responsables de esta serie. Aquí la nota tiene que ver con la creación de contenidos globales.
Los egipcios, como los mexicanos, tienen su realidad, merecen respeto y están en su derecho de ver lo que quieran. Para eso pagan.
Netflix, como la gran marca mundial que es, crea y distribuye experiencias audiovisuales.
Al meterse con Cleopatra no se metió con un personaje de ficción como Ariel de “La Sirenita”. Se metió con algo tan sagrado, para Egipto, como la Virgen de Guadalupe para nosotros.
¿Cómo se deben abordar estas historias cuando se trabaja para un mercado global? ¿Se aplican las tendencias de corrección política que se viven en Estados Unidos o, por respeto, se traicionan para no herir a las culturas de las que se está hablando?
Vea “La reina Cleopatra” en Netflix, pero, sobre todo, reflexione. Esto es más importante de lo que parece. Se lo juro.