Cultura

“Hay otra motivación más allá de lo que cuestan las joyas”: las otras hipótesis que despierta el robo en el museo del Louvre

Dos historiadoras del arte comparten con MILENIO su lectura respecto a lo que ya es considerado uno de los atracos culturales más importantes del siglo.

Con más de mil diamantes y 56 esmeraldas, la corona que usó la última emperatriz de Francia —símbolo de poder consolidado y luego perdido— pasó de reflejar el esplendor del Segundo Imperio en las galerías de Louvre a terminar abollada sobre el asfalto parisino la mañana del 19 de octubre.

Esta fue la única de nueve joyas napoleónicas que no pudo ser robada en uno de los atracos más importantes que ha sufrido el museo de arte. Mientras las autoridades francesas enfrentan una carrera contrarreloj para recuperarlas, las hipótesis sobre el atraco —perpetrado en menos de 8 minutos y con objetos que muchos podrían hallar en sus casas— van sumándose a la trama.


MILENIO consultó a Sandra Zetina Ocaña y Elsa Arroyo Lemus, historiadoras, restauradoras y miembros del Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM para conocer más al respecto.

“Yo creo que hay que pensar en este robo no como un hecho aislado, sino como un acto premeditado, bien organizado, que conoce perfectamente de los movimientos, tanto del museo, como de las autoridades y de las instituciones de seguridad francesas”, explica Elsa, doctora en historia del arte.

¿Cómo ocurrió el robo?

Personas de todas partes del mundo acuden a París para admirar los cerca de 30 mil objetos que resguardan las paredes del Louvre, uno de los museos más grandes y visitados del mundo.

Se calcula que en promedio recibe cerca de 30 mil visitas al día, aunque los domingos resultan particularmente complicados, detalle que, al parecer, no pasó desapercibido para el grupo de ladrones que se coló al recinto por la ventana.

Diadema de la emperatriz Eugenia.
Diadema de la emperatriz Eugenia. | Foto: Museo Louvre

Cuatro hombres vestidos con chalecos fluorescentes y perfectamente sincronizados llegaron a la fachada sur del Louvre en un camión de plataforma plana a las 9:30 de la mañana. No hizo falta más que una escalera extensible y una cortadora de vidrio para acceder a la Galería Apolo.

Sol, oro y diamantes: en esa sala dorada, revestida por esculturas y las obras de Charles Le Brun y Eugène Delacroix, dos de los mejores artistas de sus respectivas épocas, se encontraban sus objetivos.

Después de amenazar a los guardias y romper las vitrinas que resguardaban las joyas, los ladrones tomaron una corona, una tiara y un broche de la emperatriz Eugenia, esposa de Napoleón III; un collar y unos pendientes de esmeraldas que pertenecieron a la emperatriz María Luisa; una tiara, un collar y un pendiente de zafiros vinculados a la reina María Amelia y a la reina Hortensia; además de un broche conocido como “broche relicario”.

“Las personas que diseñaron este robo sabían que hay un sistema que se llama Ramsés, que está en todos los museos de Francia y que al romper una vitrina iba a sonar. Sabían que en 5 minutos iba a llegar la policía, lograron salir en 4”, cuenta Sandra.

Joyas
La corona imperial adornada con esmeraldas de la emperatriz Eugenia fue encontrada después. | Foto: AFP

Así, en cuestión de segundo, tenían en sus manos el equivalente a 88 millones de euros, según los cálculos del conservador del Louvre. Con las alarmas sonando y a plena luz de la mañana, los ladrones huyeron con el botín en una maniobra casi perfecta, de no ser porque en la fuga terminaron abandonando la corona de Eugenia.

El principal temor de las autoridades es que las piezas sean desarmadas para poder ser vendidas en cientos de partes. Sin embargo, Sandra y Elsa consideran que el dinero no fue la principal motivación del robo.

Más allá del dinero: lo que hay alrededor del robo

“Hay muchos eventos que se cruzan con este robo. Uno de ellos es el contexto político, de hecho, se está politizando muchísimo este evento y hay ahorita una presión muy grande”, dice Zetina Ocaña.

De acuerdo con Sandra, la desaparición de las joyas se enmarca en una grave crisis económica y política francesa, una que desde hace unos meses traspasó las puertas del museo. Apenas en junio personal del Louvre comenzó con protestas. De hecho, antes del cierre impulsado por el crimen, integrantes del sindicato CGT-Cultura suspendieron labores por unas horas con el fin de exigir la regulación de las visitas masivas, así como mejoras en las condiciones de trabajo.

“Por un lado, ha habido reducciones del presupuesto, por otro [el robo] también se cruza con el anuncio que Emmanuel Macron [presidente de Francia] acababa de hacer sobre “el renacimiento del Louvre”, añade Sandra

El botín hurtado no siempre fue custodiado por el Museo, de hecho, se logró adquirir hasta el siglo XX y da cuenta de un importante periodo para Francia, de ahí que el propio Macron lo haya descrito como un "ataque” a su historia. Algo con lo que Elsa concuerda.


“Lo veo perfectamente destinado a herir, desde el aspecto político, un nicho muy importante de lo que simbólicamente representa Francia. Yo creo que se tiene que ver con esta profundidad”, asegura.

De ahí que la también restauradora plantee que valdría la pena preguntarse si se trata de una motivación económica realmente.

“Para el nivel de riesgo que representa para las personas que llevaron a cabo este trabajo, yo creería que habría que pensar que hay otra motivación más allá de lo que cuestan las joyas”.

¿Cuánto se puede pagar por este tipo de objetos en el mercado?

A dos días del robo, es probable que las joyas ya hayan sido desmontadas para posteriormente ser vendidas por partes. Según lo declarado por Laure Beccuau, fiscal público de Francia en una entrevista para la radio RTL, el botín tiene un valor de 88 millones de euros (102 millones de dólares).

El juego de joyas de la Reina María Amelia, esposa de Luis Felipe I, está en la colección
El juego de joyas de la Reina María Amelia, esposa de Luis Felipe I, está en la colección. (Louvre)

​Aunque la suma es astronómica, las historiadoras dudan que los autores del crimen vayan a conseguir este monto al venderlas.

“Es verdad que se pueden desmontar y vender de manera independiente. También es cierto que los metales se pueden fundir y formar nuevas joyas. Tienen un valor económico apegado a su materialidad, pero lo más valioso de las piezas es justamente su estado completo”, reitera Elsa.

Entre las joyas robadas se encuentra un collar de esmeraldas que perteneció a la emperatriz María Luisa, esposa de Napoleón Bonaparte. Esta pieza está compuesta por 32 esmeraldas y más de mil 100 diamantes.

También fue sustraído un conjunto de zafiros del siglo XIX —formado por una tiara, un collar y un pendiente— que en su momento adornó a la reina María Amelia y a la reina Hortensia. El collar, según el sitio oficial del Museo del Louvre, alberga ocho zafiros de Ceilán y 631 diamantes engastados en oro.

Mientras que la tiara de la esposa de Napoleón III suma 212 perlas, mil 998 diamantes redondos y 992 diamantes talla rosa.

Más allá del peso, talla o corte de cada piedra o metal precioso, su valor radica en a quién perteneció y el propio contexto en el que se usaron.


¿Hay un probable destino?

“Hay redes de delincuentes organizados para la extracción de objetos culturales y su venta en el mercado negro, es verdad. Muchas veces esas redes están vinculadas también con el orden del narcotráfico o de las de las mafias a nivel internacional, pero los objetos que por lo general se roban en estos contextos, tienen otras características, no tienen la profundidad histórica que tienen estas las joyas”, añade Elsa.

Al respecto, y como experta en el estudio de materiales utilizados en el arte, Sandra confirmó que sería posible rastrear o identificar los materiales, en algunos casos, de manera muy simple.

“Hay borche que tiene unos diamantes Mazarino, solo hay 18 en el mundo, por lo que identificarlos sería muy sencillo”, añade.

Entonces, ¿a dónde podrían ir a parar los tesoros? Es difícil que se vendan a coleccionistas, pues hay muy pocos que estarían dispuestos a adquirirlos debido a los riesgos que implica.


"Lo que pasa con las piezas, es igual que lo que ocurre con las pinturas: los coleccionistas quieren exhibirlas, no tenerlas guardadas, a excepción de algún par de mafiosos o jeques que hay por ahí”, plantea Sandra.

Por su parte, en declaraciones para la BBC, Nathalie Goulet, miembro de la comisión de Finanzas del Senado francés se aventuró a plantear que, en caso de que la joyas ya hayan sido fragmentadas es muy probable que terminen dentro de un sistema de lavado de dinero.

"Otros piensan que su destino podría ser Bélgica, debido a que Amberes es el centro mundial del comercio de diamantes", comenta la experta. 

Por ahora, los analistas coinciden en que es muy difícil saber quién y cómo pudo idear tal plan. Lo que es seguro es que tendrán que burlar los diversos mecanismos internacionales de recuperación de bienes robados. 

Robo a museos: “Ya ha pasado y volverá a pasar”

No es la primera vez que ocurre un robo de esta naturaleza en el Louvre, como precedente está el histórico atraco de La Gioconda, también conocida como la Mona Lisa, un retrato renacentista creado por Leonardo da Vinci.

Ante la vulnerabilidad en la que se encuentra uno de los museos más grandes del mundo, Elsa se pregunta cómo lograr disfrutar una colección y al mismo tiempo preservarla para el futuro.

“Quizá no todo tendría que estar en exhibición, quizás no todo tendría que ser sujeto de un sistema de instalado con triple vidrio blindado porque no hay dinero que alcance para tener todo bajo las últimas medidas de seguridad”.

Las alarmas sonaron no solo para el museo de Louvre sino para los del mundo, concluye la especialista.

“Estos actos han ocurrido siempre y van a seguir ocurriendo. Ningún museo está exento de que pasen este tipo de cosas”. Un ejemplo claro de ello es México, en donde un grupo de personas lograron extraer 140 piezas arqueológicas del Museo Nacional de Antropología.


LHM 

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Lizeth Hernández
  • Lizeth Hernández
  • Más que contar, me gusta escuchar historias. Egresada de la FCPyS, UNAM, escribo para interpretar a una ciudad que se devora a sí misma. Actualmente cubro temas de ciencia, salud y en ocasiones, relatos del pasado.
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