La historia de Bernardo Bravo Manríquez, productor limonero asesinado el pasado fin de semana, estuvo marcada desde un principio por la violencia y la tragedia familiar tras la muerte de su padre.
Don Bernardo Bravo Valencia fue presidente de la Asociación de Citricultores del Valle de Apatzingán y en 2013, perdió la vida tras ser levantado al abandonar su rancho en la comunidad de Cenobio Moreno.
Doce años después, el menor de los cuatro hijos de la señora Concepción Manríquez, murió en circunstancias similares: tras abandonar el tianguis limonero para asistir una reunión, fue encontrado horas después al interior de una camioneta, con huellas de tortura y un impacto de bala en la cabeza.
De acuerdo con las primeras líneas de investigación de la Fiscalía General del Estado, Bravo Manríquez se dirigió de Morelia a Apatzingán el domingo por la mañana, en compañía de uno de los tres escoltas que le habían sido asignados.
Partió a la región de Tierra Caliente a las 11 de la mañana y pasado el mediodía, arribó al Tianguis Limonero a bordo de un vehículo de color blanco. Después, entre las dos y tres de la tarde, cambio de unidad y decidió viajar solo.
La necropsia indica que su muerte ocurrió el mismo sábado, luego de la supuesta reunión a la que fue citado en la localidad de Cenobio Moreno, la misma en donde tenía sus huertas de limón que en noviembre del año pasado habían sido parcialmente destruidas por César Sepúlveda, alias El Bótox, líder de Los Blancos de Troya.
Su cuerpo fue encontrado al interior de su camioneta blanca el lunes a las ocho de la mañana, sobre un tramo de la carretera Apatzingán-Presa del Rosario. Tenía el torso desnudo y visibles huellas de tortura, además de golpes en el rostro y un impacto de bala en la cabeza con el que perdió la vida.
Investigan al escolta que lo acompañó:
"Murió por decir la verdad"
La muerte de Bernardo Bravo sacudió no solo a la industria citrícola que lideró y defendió como su padre, sino también causó consternación entre la misma población de Apatzingán que veían en él a un líder y un vocero que rompía el silencio del miedo provocado por los grupos criminales.
"Fue una persona que nos invitó a nosotros a ser mejores, y a no callarnos y ser cobardes. Una cosa le admiro a Bernardo: su valentía, que dijo la verdad, murió por decir la verdad, murió por luchar por Apatzingán: ¡No se les olvide! Bueno, que no se los olvide", exclamó uno de los dos sacerdotes que ofició una primera misa de cuerpo presente en la catedral de Apatzingán.
Y continuó: "No puedo quedarme callado, porque Apatzingán cada día está peor. ¿Quienes son los culpables? Nosotros. Nunca voy a invocar la violencia, ni el odio, ni la venganza, pero esperemos que este asesinato no sea uno más".
Durante la misma, el mismo padre acusó que entre los presentes había gente traidora, no solo del líder limonero sino de todo el pueblo.
Al término de la primera misa, los restos de Bernardo fueron trasladados vía terrestre a la ciudad de Morelia para ser velados. No había las condiciones para llevar a cabo los servicios funerarios en la tierra que lo vio nacer y donde se desarrolló laboral y personalmente por 41 años.
Así fue velado el activista:
El cortejo fúnebre pisó la capital michoacana pasadas las 09:30 de la noche. Sin vigilancia alguna, arribó a una funeraria privada ubicada al sur de la ciudad donde ya lo esperaban familiares, compañeros e incluso, un par de productores limoneros.
Lo velaron en privado toda la noche y parte de la mañana. Al mediodía, se ofició una segunda misa donde se permitió el acceso por cinco minutos a los medios de comunicación.
Allí estaba detrás del féretro puesto en medio de la capilla su esposa Amelí Gissel Navarro Lepe, magistrada presidenta del Tribunal Electoral del Estado de Michoacán y sus dos hijos menores.
Eran los únicos vestidos de blanco, quienes no se despegaron en ningún momento del cuerpo de su padre y esposo. Visiblemente conmovidos, trataron de mantener el temple pero al momento de dirigir un mensaje ante los presentes, la magistrada se quebró.
En los pocos videos que circulan y que fueron grabados por algunos presentes, Amelí Gissel pide justicia y que su muerte no quede impune.
Primeras acciones
Horas después del crimen, autoridades federales y después estatales, confirmaron la detención de Rigoberto N., alias El Plátano, presunto responsable del cobro de piso a limoneros y principal sospecho por la muerte de Bravo Manríquez.
Sheinbaum exige justicia:
Fue detenido en la localidad de Cenobio Moreno y al momento de su detención contaba con dosis de mariguana, tres celulares, 25 mil pesos en efectivo y sobre todo, una credencial de afiliado a la Asociación de Citricultores del Valle de Apatzingán.
El gobernador Alfredo Ramírez Bedolla indicó que dentro de las investigaciones que lleva a cabo la Fiscalía General del Estado, se citaron a los escoltas del líder limonero a declarar.
Por su parte, el secretario de Gobierno, Raúl Zepeda Villaseñor, aseguró que había gobernabilidad en la región y, hasta el momento, no se tenían acercamientos con integrantes del sector citrícola.
"Dialogamos con la presidenta municipal el día de ayer. La situación está controlada en el municipio, sin embargo, hay consternación social por los hechos, no podemos negarlo", reconoció.

Sobre quién pueda tomar las riendas de la asociación que tanto él como su papá, lideraron, aún no se conoce, aunque todo indica que no será uno más de la familia Bravo Manríquez.
Para el día de hoy, la indicación es salir a cortar y recibir los tres o cuatro pesos que por kilo de limón que los "coyotes" les ofrecen.
Contra ellos, fue la última lucha que emprendió Bernardo. El sábado por la tarde, desde el mismo Tianguis Limonero y horas antes de su muerte, había convocado a una protesta para el lunes a las 10 de la mañana... pero ya no llegó.
SNGZ