Comunidad

El valor civil de una altamirense

Hace unos días coincidí con un escolta asignado a un funcionario federal. Mientras conversaba con él, me comentó que era agente de la Policía Ministerial. Después de que le preguntara de “cuáles”, me aseguró que él era de los “buenos”.

La seguridad pública es uno de los tantos pendientes de las autoridades en los últimos años y hasta el momento no se ve una luz al final del túnel. A pesar de las buenas intenciones por formar diversas corporaciones o cambiar el nombre de las ya existentes, la deuda social persiste.

Este lunes la valentía de Marina Cabreales, con domicilio en el fraccionamiento Laguna Florida, en Altamira, destacó en la llamada “mañanera” organizada por el gobierno municipal, ahí señaló a elementos de la Guardia Estatal de cometer presuntos actos de abuso de autoridad en contra de su hijo de 20 años.

Hay momentos en que el valor civil tiene más peso que cualquier uniforme.

La madre de familia rompió el silencio que muchos prefieren guardar y frente a las autoridades, denunció que su hijo fue víctima de golpes y vejaciones, además de ser esposado y gracias a la intervención de vecinos liberado.

Su voz no fue temblorosa, fue firme. En un entorno donde el miedo suele ganar, ella habló. Y eso, en Tamaulipas, tiene un enorme significado.

Porque no se trata solo de un caso aislado —como suelen decir los voceros oficiales—, sino del reflejo de una crisis de confianza entre la ciudadanía y las corporaciones. La Guardia Estatal, heredera de múltiples nombres y reformas, acumula ya demasiados señalamientos por detenciones arbitrarias, extorsiones y violencia innecesaria. Cambian los uniformes, cambian los discursos, pero los abusos persisten.

Lo más preocupante es la normalización del miedo: ciudadanos que callan, en algunos casos autoridades que minimizan, funcionarios que miran hacia otro lado. Por eso, lo que hizo Marina no solo fue una denuncia, fue un acto de dignidad. Su valentía desnuda la simulación de un sistema que presume control y justicia, pero que sigue tolerando la impunidad de sus propios guardianes.

Que su ejemplo sirva para otros tamaulipecos que han sido golpeados, humillados o extorsionados. Que no se quede solo en el eco del olvido, sino que marque el inicio de un cambio real. Porque en una tierra donde la autoridad se acostumbra a abusar, el verdadero valor no está en portar un arma, sino en atreverse a señalar los abusos.


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Víctor Hugo Martínez
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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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