Históricamente las grandes marchas, los movimientos estudiantiles, los levantamientos sociales, nacieron —en México y el mundo— desde la izquierda: el 68, el 71, los universitarios latinoamericanos, los obreros europeos, los antimilitaristas de EE. UU.
La izquierda era la voz del pueblo, la rebeldía frente al poder, el espejo de las causas sociales.
Pero hoy, el poder ya no está en la derecha. Está, paradójicamente, en esa misma izquierda que durante décadas denunció abusos, corrupción y represión. El poder cambió de manos, y con él, el sentido de la rebeldía.
Por eso ahora vemos algo inédito: jóvenes, incluso sectores que antes permanecían cómodos en la apatía— levantando la voz contra un gobierno que se asume progresista. Es el ciclo natural de la historia: cuando el poder se estanca, el impulso rebelde se desplaza hacia el otro extremo del tablero. La inconformidad no tiene ideología, tiene memoria.
La marchas convocadas por la Generación Z para el 15 de noviembre en todo el país y que tiene como principal simbolismo la bandera del anime One Piece, una calavera con sombrero de paja asociada a la rebeldía, resistencia y libertad, buscan expresar sus inconformidades contra los políticos, corrupción e inseguridad.
El uso de redes para convocar fuera de estructuras partidistas (aseguran los organizadores) revela que hay una nueva generación de inconformes, más emocional que doctrinaria, más digital que ideológica. No se identifican con el PAN, PRI, Movimiento Ciudadano, mucho menos con Morena, ni con nadie. Solo con la idea de que algo anda mal y que quedarse callados ya no es opción.
Las juventudes no confían ni en el sistema político ni en sus líderes —ni los de antes ni los de ahora—. Pero tarde o temprano, alguien va a prender la chispa.
Pero, siempre hay un pero, en lo local: en Tamaulipas y el sur del estado, la apatía juvenil es brutal. No por falta de inteligencia o sensibilidad, sino al parecer por una especie de resignación cívica que se ha vuelto costumbre.
Se vive una reconfiguración del descontento. Ya no es “izquierda contra derecha”, sino “sociedad contra poder”. Y si los jóvenes logran romper su zona de confort y organizarse más allá de los filtros de TikTok o Instagram, podríamos estar viendo el nacimiento de un nuevo movimiento social, sin banderas partidistas, pero con una fuerza moral inmensa.
Tamaulipas parece un tigre dormido. No ruge, apenas respira, ¿Habrá alguien que lo despierte?