Política

¿Qué futuro nos espera si no hacemos nada por nuestro planeta?

El quinto informe de evaluación (AR5) del Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) dejó muy pocas dudas acerca de la influencia humana en el cambio climático. Tanto es así que en su sexto informe (AR6), los expertos del IPCC concluyeron que el origen antropogénico del aumento de temperaturas es un hecho probado que no tiene incertidumbre probabilística significativa, y que la escala de los cambios recientes en el sistema climático no tiene precedentes en los últimos siglos y milenios.

Este nuevo informe (AR6) incide en un cambio de paradigmas, mostrando que la evidencia de fenómenos extremos se ha reforzado y que por cada 0.5°C de calentamiento en la Tierra, se generan aumentos perceptibles en la intensidad y frecuencia de tormentas, olas de calor y sequías (hidrológicas y agrícolas).

El AR6 evalúa los resultados de los modelos climáticos que participan en la Fase 6 del Proyecto de Inter-comparación de Modelos de Clima Acoplados (CMIP6) del Programa Mundial de Investigación del Clima. Tales modelos incluyen una representación mejorada de los procesos físicos, químicos y biológicos, y ofrecen una resolución más alta en comparación con los modelos climáticos considerados en el AR5, aunque, es necesario mencionar, siguen existiendo algunas diferencias con relación a las observaciones, especialmente en las escalas regionales.

Otra actualización que se debe destacar en el AR6, con relación a sus predecesores, es un conjunto de cinco nuevos escenarios ilustrativos de emisiones, que permiten explorar la respuesta climática a una gama más amplia de futuros posibles, incluyendo diferentes niveles de emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI), contextos socioeconómicos, niveles de mitigación del cambio climático, cambios en el uso del suelo y variaciones en la concentración de contaminantes en el aire durante el siglo 21.

Los escenarios propuestos incluyen tres contextos principales:

- Emisiones muy bajas y bajas, en donde se espera una reducción de las emisiones de GEIa cero neto para el 2050, seguida de niveles variables de emisiones negativas de CO2 (SSP1-1.9 y SSP1 -2.6);

- Emisiones intermedias(SSP2-4.5), en donde se espera que las emisiones de GEI se mantengan cercanas a los niveles actuales hasta el 2050;

- Emisiones muy altas(SSP3-7.0 y SSP5-8.5), en donde se prevé la duplicación de los niveles actuales de CO2 para el 2050 y el 2100 respectivamente.

En todos los escenarios propuestos en el AR6 se prevé que la temperatura global siga aumentando en el transcurso del siglo 21, ultrapasando, incluso, las barreras de 1.5 y 2°C si no se reducen drásticamente las emisiones de GEI en todo el mundo. En este sentido, el sexto informe recuerda que muchos de los cambios generados por las emisiones que ocurrieron en el pasado, de las cuales somos también responsables, serán irreversibles durante milenios, especialmente los relacionados con el aumento del nivel del mar, impactos a la biodiversidad del planeta y la pérdida de importantes masas de hielo.

El texto de este nuevo informe nos vuelve a llamar la atención sobre la necesidad de intensificar los esfuerzos de mitigación y adaptación al cambio climático, ya que considera que una reducción rápida y sostenida de las emisiones a gran escala podría limitar el aumento de las temperaturas de la Tierra a 1.5°C, lo que conduciría a un cambio de tendencias perceptibles en un periodo aproximado de 20 años.

El pacto de reducción de emisiones, discutido en París durante la 21° Conferencia de las Partes (COP21), que posteriormente originó al Acuerdo de París, exhortó a que todos los países signatarios se comprometieran a limitar la subida de la temperatura media mundial a 2°C para el 2100; a pesar de los esfuerzos internacionales y las presiones de las naciones más afectadas por los efectos del cambio climático, nunca se logró que este acuerdo tuviera un carácter vinculante, ni se determinaron metas concretas de reducción de emisiones para cada país.

Lo que nos quedó de esta conferencia fueron las promesas de que cada país se comprometería a establecer sus propias metas y elaborar planes para reducción de sus emisiones, pero lo que se observa al día de hoy, casi 6 años después de firmado el acuerdo, son algunos pocos logros puntuales, que imposibilitan el cumplimento de la meta principal de limitar la subida de las temperaturas globales a valores inferiores a los 2°C.

Corriendo el riesgo de sonar muy pesimista –aunque me guste pensar que soy realista–, creo que si logramos impulsar un comprometimiento internacional más concreto en la COP 26 –que está ocurriendo en la ciudad de Glasgow (Escocia)– podríamos plantear la posibilidad de mantener las emisiones globales en niveles similares a los actuales en el transcurso del siglo, y así cumplir, por lo menos, con lo que se espera para los escenarios intermedios del IPCC, limitando el calentamiento global a valores inferiores a 3.5°C.

Por Gabriela Narcizo de Lima

Profesora investigadora de El Colegio de la Frontera Norte, sede Piedras Negras


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