Por supuesto que sentimos un extraño déjà vu al enterarnos (aunque no sorprendernos) que el heredero universal de María Félix ya está trabajando con su abogado Guillermo Pous para dejar claro que él no le cedió los derechos a Eiza González y a la compañía productora que anunció la película biográfica de la diva; la pregunta que debo de hacer es: ¿realmente se pueden tener los derechos de la vida de alguien que fue la figura pública más relevante de nuestro país por mucho tiempo?.
Más allá de argumentos legales, contratos, cesión de derechos de contratos firmados y una larga historia de los herederos de los grandes peleando por mantener lo que consideran suyo, ¿esa historia no le pertenece al mundo? Entiendo regalías, productos, marcas, propiedades y hasta imagen en ciertos rubros. Sin embargo, no sé cómo existen las biografías no autorizadas por los famosos, como las de Andrew Morton (Diana, Tom Cruise, Oprah) que son despiadadas, pero fascinantes, si no se puede hacer una historia basada en una real, de la que todos participamos, como público al menos, de cierta manera.
Entiendo que hay mucho en juego aquí, y era imposible pensar que Eiza iba a hacer esto sin que brincara encima el mundo. Lo mismo le pasó a Madonna cuando se empecinó en hacer Evita, el musical de Andrew Lloyd
Webber en la mismísima Casa Rosada y, claro, bien nos sabemos la historia de Salma Hayek con Frida, en la que, además, la resistencia y la competencia fueron legendarias. Veremos, esto va comenzando. De nuevo. La ley según donde sea interpretada dirá lo que debe decir. Mientras tanto, esta ya es una historia en sí que se consumirá posiblemente más que la que se quiere contar de La Doña.
Susana Moscatel
Twitter: @susana.moscatel