¿Se acuerdan cuando no podíamos hablar más que de lo que estaba pasando en la serie Succession de HBO? Sabíamos que el brillante Jesse Armstrong se había inspirado en el imperio de Rupert Murdoch y en la batalla de sus hijos por ser los herederos. Y por supuesto, también en el hecho de que el multimillonario dueño de medios como Fox y Sky News nunca dejó del todo claro cuál era su plan de sucesión.
Pues ya sabemos en qué acabó. Lachlan Murdoch es ahora el heredero de las llaves del reino. El hijo mayor de Rupert (tiene una hermana más grande, pero hermana al fin, en este contexto de alfas) es el ganador en lo que consideran el imperio mediático más influyente del planeta. Y no se trata solo de una victoria familiar: su ascenso llega justo cuando Fox News se prepara para volver a jugar un papel decisivo en las elecciones de Estados Unidos, con una línea editorial que puede moldear cómo millones de personas interpretan la política, las crisis globales y hasta la noción misma de verdad.
Esta batalla está en libros, pódcasts, escuelas de negocios y en las noticias mismas. Y créanme, es aún más fascinante y compleja que la de la serie. El desenlace se está reportando y recibiendo en blanco y negro. Porque eso es lo que viene con Lachlan: más de lo mismo en este corporativo que mueve montañas en lo que a poder mundial y crisis geopolíticas se refiere. Al final, Succession terminó. Pero aquí, en la vida real, siempre vienen nuevas temporadas. Solo que el guion no se escribe en HBO sino en la redacción de Fox News y sus empresas hermanas, donde la imparcialidad quedó fuera del contrato; siempre y cuando el poder siga sirviendo al negocio.