En el siglo XVI un grupo de conquistadores españoles incursionó en un viaje exploratorio por el territorio de lo que hoy conocemos como Sonora. Inevitablemente se toparon con un grupo de pobladores originales, quienes al verlos recién llegados les pintaron una línea sobre la tierra para señalar que iban a defender su territorio. Los españoles, impregnados por su espíritu de conquista ignoraron la advertencia y cruzaron la línea. A partir de ese incidente, los Yaquis iniciaron lo que es una lucha histórica por la defensa de su territorio.
Desde aquel encuentro, los pueblos Yaquis, que hoy incluye los pueblos de Cócorit, Bácum, Tórim, Vícam, Pótam, Rahum, Huiribis y Belem, han afrontado los esfuerzos de diferentes gobiernos, fuesen el colonial o los nacionales -locales y centrales- por someter a los yaquis a la visión e intereses del exterior. Las políticas de esos gobiernos alcanzaron sus puntos más álgidos en la segunda mitad del siglo XIX y hasta el final del gobierno de Porfirio Díaz, y volvieron las tensiones a desembocar en violencia en los primeros años del régimen de la Revolución Mexicana. Solo el gesto del presidente Lázaro Cárdenas de tratar de igual a igual a los yaquis y de restituir gran parte de sus territorios ancestrales salva a la revolución.
La nación Yaqui ha logrado mantenerse firme y en resistencia, pero el esfuerzo ha causado daño a su calidad de vida. Ningún país puede tener como objetivo alcanzar una sociedad democrática y equitativa si no se resuelven las acciones de explotación y discriminación del pasado. Además, debe reconocer la diversidad de su propia historia y culturas. El no hacerlo es insistir en reproducir los mismos procesos que afectan a las poblaciones más vulnerables como son los pueblos indígenas.
Escribir un nuevo y mejor capítulo en la dramática –y, a la vez, heroica-historia del pueblo Yaqui es hoy el propósito del Gobierno de México. Bajo la interlocución del Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas (INPI), esta administración federal ha creado el Programa de Justicia Yaqui con el objetivo claro de garantizar efectivamente la paz y bienestar del pueblo Yaqui y su territorio.
Este Programa de Justicia tiene como ejes principales de acción los temas del agua, la tierra y el bienestar. Sobre el primero se busca que los Yaquis puedan acceder de manera efectiva a este elemento vital para su economía y subsistencia. En segundo lugar, se busca mejorar las condiciones de su territorio mediante la construcción de infraestructura social y garantizar la certeza jurídica del territorio Yaqui. Por último, se pretende proveer de servicios públicos en el territorio como clínicas, escuelas, espacios públicos y vivienda, pues son demandas justas y muy sentidas de estos pueblos.
Desde nuestra área de responsabilidad, la contribución de la Sedatu será importante. Por un lado, este año arrancaremos 38 obras de mejoramiento urbano, en las que se contemplan centros de salud, espacios públicos, centros deportivos y la rehabilitación de edificios importantes para la comunidad. También, a través de la Conavi, se beneficiarán a más de 1,200 familias con el mejoramiento de sus viviendas. Además, como parte de la estrategia agraria, se buscará la restitución de tierras bajo la divisa del respeto a los derechos de todas las personas.
El programa de justicia Yaqui basa su éxito en los siguientes principios. El primero consiste en entender que el bienestar de los pueblos originales puede ser diferente al canon de progreso social que prevalece en el mundo occidental. La idea de superioridad de valores e intereses de una comunidad mayoritaria sobre otra, con organización y valores originales y diferentes, ha sido la causa o pretexto para la explotación, marginación y violencia de la primera sobre la segunda.
El segundo principio radica en que cualquier proceso de justicia requiere de la participación de todos los actores involucrados: los pueblos Yaquis, los tres niveles de gobierno y la sociedad. En países como Ruanda y Sudáfrica, entre otros, se crearon comités de justicia que tenían como objetivo crear nuevas formas de convivencia entre las partes involucradas. Esto tiene como meta evitar la repetición de esquemas y conductas de exclusión.
Los siglos de abusos cometidos contra el pueblo Yaqui no podrán ser resarcidos en un año o en un gobierno. Sin embargo, en esta cuarta transformación, tenemos el deber de sentar las bases para una sociedad mexicana que sea más incluyente, más próspera y orgullosa de sus pueblos originarios. Es tiempo que México como nación pinte una línea alrededor de todo nuestro territorio que deje fuera a la discriminación, la desigualdad y la pobreza.
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Secretario de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano