Con el miserable y majadero señalamiento de Gerardo Fernández Noroña contra Grecia Quiroz, la viuda de Carlos Manzo y alcaldesa emergente de Uruapan, de que es una “ambiciosa y fascista” que pretende la gubernatura de su estado, el morenismo asoma su temor de que siga creciendo el Movimiento del Sombrero, creado por el presidente municipal victimado.
Entre tanto, el gobierno federal, la fiscalía de Michoacán y el gobernador Alfredo Ramírez Bedolla desparraman la prisa por cerrar el caso, incurriendo en imprecisiones, contradicciones y ambigüedades que, lejos de convencer, generan serias dudas sobre la imparcialidad, seriedad y profesionalismo con que se realizan las investigaciones del magnicidio.
Vía X, el titular de Seguridad, Omar García Harfuch, informó la detención de Jaciel Antonio N, alias El Pelón, supuesto reclutador de dos partícipes en el homicidio.
No dijo quiénes eran ellos ni cuál fue su papel en el crimen.
Cuando se informó de Ramiro, autor de la carta póstuma que se dio a conocer y cuyo cuerpo masacrado fue localizado a diez días del atentado con el de un adolescente igualmente victimado, se dijo que se trata de quien reclutó en un centro de rehabilitación tanto al autor material como al ejecutado junto con él.
Quizá por eso a otro detenido con posterioridad apodado El Pelón, también supuesto reclutador, no lo acusan de participar en el homicidio, sino de extorsión y cohecho.
Respecto de un supuesto “infiltrado” en el primer círculo del alcalde, se afirma que la Agencia de Investigación Criminal michoacana, por los chats del presunto “autor intelectual” con los tres encargados de realizar el ataque, determinó que El Licenciado tenía un topo en el entorno de Manzo, quien habría estado informando de los movimientos del alcalde la noche de su asesinato.
Sin embargo, cuando García Harfuch habló de tales mensajes, no habló de algún cómplice cercano a Manzo
La fiscalía estatal señaló que “personas cercanas al alcalde” pasaban información al grupo criminal, pero no se aclara si era sobre las actividades previas o las de la noche del magnicidio.
¿Quién o quiénes son esas personas “cercanas” y de qué informaban?
Con lagunas como las mencionadas y sin prueba alguna, también se ha dicho que el “infiltrado” es uno de los escoltas del alcalde, por lo visto para dar forma lógica y articulada a la desordenada narrativa oficial y quizás a la acusación contra los ocho guardaespaldas, señaladamente el director de la Policía Municipal que aseguró y mató al homicida. Sobresale sin embargo que se le acuse por el homicidio de Manzo en “comisión por omisión”, pero no por haber matado al sicario.
Si no lo han acusado por esa muerte será porque no tienen elementos para imputarle lo que malamente denominan “ejecución extrajudicial”, y menos de que acallar al magnicida hubiera sido su contribución en la conspiración, del mismo modo que Jack Ruby silenció para siempre a Lee Harvey Oswald en el caso Kennedy...