En el léxico que usamos para referirnos a algunas realidades que resultan del desarrollo de la sociabilidad humana, nos encontramos con algunos términos que no siempre se toman exactamente de la misma manera e incluso, en ocasiones, se intercambian unos por otros. Sin embargo, conviene detenernos en su significado, para poder comprender mejor la realidad a la que señalan.
Un término muy importante en nuestros días es el de "Estado", que suele atribuirse a los países que se constituyen como entidades soberanas y así son reconocidos internacionalmente, poseen un territorio y también sus propios órganos de gobierno. El desarrollo de la historia nos muestra que los Estados pueden contener en sí realidades que no siempre son homogéneas o iguales. Pensemos simplemente en aquellos que incluyen pueblos con diversas culturas y lenguas. Con el término país se pone de relieve, generalmente, el territorio donde se ha constituido un Estado soberano, pero también suele usarse para referirse al mismo Estado.
Particular atención merece el término “nación”, que en muchas ocasiones se utiliza con significados muy cercanos a Estado, pero que encierra una nota importante que permite distinguir dos realidades que pueden relacionarse, pero que no son lo mismo. En efecto, al hablar de nación se habla de un conjunto de personas que comparten de alguna forma un mismo origen y que generalmente hablan un mismo idioma y tienen una tradición común. Al referirnos a la patria indicamos la tierra natal o adoptiva a la que se siente ligado el ser humano por vínculos jurídicos, históricos y afectivos. Es como el conjunto de los bienes que se reciben de una nación.
Resulta muy indicativo que en la “Sollicitudo rei sociales”, Juan Pablo II, después de mencionar algunos derechos de las personas, añade: “Una situación semejante tiene sus consecuencias también desde el punto de vista de los “derechos de cada Nación”. En efecto, acontece a menudo que una Nación es privada de su subjetividad, o sea, de la “soberanía” que le compete, en el significado económico así como en el político-social y en cierto modo en el cultural, ya que en una comunidad nacional todas estas dimensiones de la vida están unidas entre sí”.
Puede observarse que, desde este punto de vista, la nación se presenta con una precedencia sobre el Estado, sobre todo como sujeto al que corresponde la soberanía, lo mismo que le corresponden otros derechos, de modo análogo al de los individuos.