Bernardo Bravo Manríquez, líder de la Asociación de Citricultores del Valle de Apatzingán (ACVA), llevaba mucho tiempo denunciando públicamente cómo el crimen organizado los tenía ahogados, jodidos, sacándoles dinero con amenazas de violencia.
De esas declaraciones rescato la de febrero de este año, cuando le preguntaron, después de un evento, cómo veía las cosas dado que la presidenta Sheinbaum había dicho que la lucha contra la extorsión a los limoneros y otros productores en Michoacán era una prioridad.
“Sigue exactamente igual. ¿Qué podemos decir? Que tenemos espacios recuperados, hay presencia de las autoridades y vemos que sí hay detenciones de algunos miembros de estos grupos, pero veo que faltan detenciones de los líderes. Somos víctimas, no somos copartícipes. Aquí nos tienen de rodillas y nos exigen. ¿Quién te lo va a decir? Poca gente, porque el miedo es abrumador (...) Nosotros seguimos en espera de que se siga avanzando con acciones estratégicas, que no se llegue a golpear el avispero y que nos dejen peor”.
Tenía claro que la petición de las autoridades de que los limoneros denunciaran actos concretos no se daría, porque el temor a represalias era enorme.
“Veo prácticamente imposible que suceda. No es algo que acaba de suceder, porque es crimen organizado, tú como ciudadano no te puedes defender. Ante una amenaza de esa categoría no lo puedes hacer. Deben de existir mecanismos para que puedas tener garantías y todo el acompañamiento”.
Bravo Manríquez fue asesinado.
La fiscalía estatal hizo lo que hacen todas las fiscalías con estos casos. Sin rubor: “Llevamos a cabo actos de investigación por el homicidio de Bernardo Bravo Manríquez, presidente de la ACVA. Bravo Manríquez fue localizado sin vida este día, a bordo de su vehículo, en el camino que conduce a la comunidad Los Tepetates”.
Ayer mencioné aquí el asesinato —impune— de la lideresa de la Cámara Nacional de la Industria Pesquera (Canainpesca) en Baja California, después de hacer denuncias sobre la extorsión en su industria, tal y como lo hacía Bravo con la suya.
Son apenas dos ejemplos.
En cada ciudad, casi sin excepción, la extorsión se ha vuelto un asunto cotidiano. La violencia, los asesinatos, por desgracia, se seguirán acumulando.
