El pasado sábado 16 de octubre, MILENIO dio a conocer el multihomicidio ocurrido en una vivienda de la colonia Mirador de San Antonio, en el municipio de Juárez, Nuevo León.
Un joven llamado Brandon N., de 23 años de edad, con antecedentes de drogadicción, asesinó a su esposa, a sus dos hijos, a su madre y a la pareja de ésta.
Este tipo de hechos conmocionan a la sociedad por el grado de violencia con el que se llevan a cabo, pero luego del asombro, regresamos a la “normalidad”.
El Estado, y no me refiero al “nuevo Nuevo León”, ha sido incapaz de implementar políticas para erradicar la violencia de género.
Por esa razón, nuestra entidad se encuentra ubicada entre las ocho donde hay más ataques mortales en contra de mujeres.
La investigadora Blanca Ivonne Olvera escribió un interesante artículo titulado “Feminicidio en México: la otra pandemia” (Revista Mexicana de Ciencias Penales, agosto 2020).
En éste refiere que organismos internacionales como la Corte Interamericana de Derechos Humanos (2009) ha señalado al gobierno mexicano por su inacción en temas de violencia contra las mujeres.
Nos indignamos cuando se presentan casos como el de Goyo Cárdenas, que en 1942 fue detenido por haber estrangulado y descuartizado a varias mujeres, o como el Monstruo de Ecatepec en agosto del 2018.
De inmediato los medios de información nos volcamos al juicio sumario en contra de estos asesinos, pero luego de un tiempo se quedan solo en el registro de la historia.
Coincido con la profesora Olvera, quien sostiene que mientras no desaparezca la desigualdad en los géneros, la violencia, incluido el feminicidio, seguirá existiendo.
Dice y también lo avalo, que la inequidad genera discriminación en todos los ámbitos de la vida en nuestro país, así pues como sociedad nos falta mucho por hacer.
La pregunta que algunos nos hacemos es si las autoridades hubieran actuado a tiempo tal vez no estaríamos lamentando la muerte de cinco inocentes.
Desafortunadamente el hubiera no existe.
Miguel Ángel Vargas
miguelangel.vargas@milenio.com