Internacional

La (peligrosa) esperanza hacia Boric

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El viernes 11 Gabriel Boric hará historia al tomar posesión como el presidente más joven y más votado de Chile. Ganó contra el ultraderechista José Antonio Kast con 55.8 por ciento de los votos y, desde el día en que se anunció su triunfo, ha puesto a soñar a la izquierda de América Latina. 

Hay muchas razones: proviene de la lucha social, entiende las necesidades de la población y su gabinete tiene una mayoría femenina (14 de 24 ministerios), incorpora a representantes de las diversidades sexuales y siete de los ministros no tienen ni 40 años. Sobre todo, Boric es visto como parte de una izquierda joven, proderechos, igualitaria y fuera del anquilosamiento de los líderes izquierdistas históricos de la región. 

Mientras presidentes de la vieja izquierda latinoamericana, como López Obrador en México o Alberto Fernández en Argentina tienen problemas para condenar la invasión de Rusia a Ucrania o las violaciones a los derechos humanos en las dictaduras de Cuba y Nicaragua, Boric lo ha hecho sin chistar y no ha tenido miedo de llamar a las cosas por su nombre. De nuevo: hay razones para la esperanza.

El problema son las altas expectativas que no solo su país, sino un continente, están poniendo sobre sus hombros. Tras su triunfo, en las redes sociales se hablaba de Boric como un superhéroe y de Chile como el próximo paraíso terrenal. Pero Boric recibe del presidente actual —y el peor evaluado de su historia —, Sebastián Piñera, un Chile con una inestabilidad política y social de años, un aumento en la delincuencia y una economía que cayó primero por las protestas multitudinarias y después por la pandemia. 

Boric tendrá que remar contra corriente y entre la polarización para intentar tener un buen gobierno, pero probablemente no cumplirá las expectativas irreales que se ponen sobre él. Y ya hemos visto cómo el desencanto ciudadano por la política tradicional ha llevado recientemente a personajes como Jair Bolsonaro (Brasil), Nayib Bukele (El Salvador) o Pedro Castillo (Perú) al poder. El problema es que si los chilenos se decepcionan de su gestión, la otra opción que llegó a la reciente segunda vuelta electoral es la ultraderecha. 

Kast y su partido, como señaló la periodista Yasna Mussa en Post Opinión, son defensores de las ideas más conservadoras y religiosas, con un discurso antiinmigración y a favor de la militarización. “Al fascismo se le nombra por lo que es, sin adornos ni edulcorantes”, dijo sobre el entonces candidato.

Esta ultraderecha ya tiene un presidente en el país más grande del subcontinente y ha venido ganando adeptos también en otros pilares del mismo, como Argentina, donde Javier Milei y su partido La libertad Avanza ya lograron escaños en la Cámara de Diputados en las elecciones pasadas.

Ojalá a Boric le vaya bien y demuestre que esta izquierda joven está lista para tomar las riendas del continente. Y que la gente modere sus expectativas y se dé cuenta de la situación real de Chile y su nuevo presidente. Porque si esa probable decepción por no cumplir un espejismo irrealizable se transforma en votos en la siguiente elección chilena, y también en un mal mensaje para la izquierda joven latinoamericana emocionada por su gestión, puede ser una buena oportunidad para que el fascismo siga avanzando.

Mael Vallejo

@maelvallejo

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Mael Vallejo
  • Mael Vallejo
  • Mael Vallejo es periodista. Director de estrategia digital de N+. Su columna se publica cada 15 días (viernes).
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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