Hoy se estrena PRI: crónica del fin, una serie escrita y dirigida por la periodista Denise Maerker la cual tuve el honor de ver en su totalidad por adelantado. Todo mexicano interesado en la vida pública debe verla.
No tengo duda de que los cinco episodios del documental se convertirán en un clásico del periodismo mexicano. Una pieza de estudio cuenta de manera potente, profunda y francamente estremecedora los hechos que marcaron la debacle del PRI, un partido que cimentó la historia política contemporánea.
La serie es extraordinaria porque conjunta tres aspectos.
Por un lado, el impresionante acervo videográfico de Televisa y sus noticieros —depurado y cuidadosamente curado por el equipo productor.
Por otro, una copiosa lista de entrevistas inéditas con ex presidentes, dirigentes partidistas y protagonistas de altísimo nivel en la vida política. Algo solo posible gracias a la trayectoria y reconocimiento profesional de la propia Maerker.
Y quizá más importante: la inteligencia, dedicación y agudeza de la propia Denise, la cual nos regala con este documental una pieza de verdadero revisionismo histórico sobre los últimos años del PRI.
Las imágenes son un deleite. A lo largo del documental es posible ver a Salinas de Gortari, en un escenario de fastuosidad caricaturesco, quejándose amargamente de Camacho Solís. A Elba Esther Gordillo describiendo el tipo de conversaciones que se dieron al interior del PRI luego del asesinato de Colosio. Y al propio Peña Nieto acusando a sus gobernadores de ser muy corruptos.
Hay escenas que jurarías que son sátiras o ficción de no ser porque de pronto se escucha, en el trasfondo, la voz serena de Maerker continuando con la entrevista.
PRI: crónica del fin logra algo único: pinta a las personas que forjaron la vida política contemporánea en toda su humanidad, mezquindad y simpleza. Desnudos frente a la cámara.
Estimo que, a lo largo de la serie, Denise hace tres planteamientos que cambian de raíz la forma en la que hemos entendido, hasta ahora, la democratización mexicana.
Primero, la autora sugiere que el PRI no cayó por la capacidad organizativa del PAN o la campaña carismática de Fox, sino por una lucha interna del propio partido. Una confrontación encarnada entre el PRI territorial y el tecnocrático que se gestó desde los años ochenta y que hizo que el PRI, como estructura partidista, saliera de Los Pinos, no en el año 2000 como se nos ha dicho siempre, sino mucho antes, en 1988, cuando Salinas y sus secuaces se apropiaron del cargo máximo.
Segundo, se plantea que la llegada del PAN no supuso una verdadera transición democrática, sino el gobierno del PRI tras bambalinas. El PRI continuó por años controlando las cámaras, la mayoría de los estados y, más importantemente, el modelo económico, el cual el PAN, por su propia composición ideológica, nunca se atrevió a modificar.
Tercero, que el único tecnócrata priista que entendió la importancia del populismo como herramienta fundamental de la política democrática de masas fue Salinas de Gortari. Pero que, aun así, su inteligencia fue devorada por su egocentrismo, llevándolo a concretar la muerte del PRI cuando escoge a Zedillo como su sucesor por razones viscerales.
Recomiendo ampliamente ver PRI: crónica del fin. Una serie que nos hace meditar sobre México en todo su arco histórico más contemporáneo.
Lo contenido en este texto es publicado por su autora en su carácter exclusivo como profesionista independiente y no refleja las opiniones, políticas o posiciones de otros cargos que desempeña.