Cultura

Matrona de cocina

Esta mañana la familia tuvo que cambiar su rutina, desde las primeras horas del día la abuela manifestó cierta molestia en un costado. Rápidamente se tomó la decisión de llevarla al médico. Del ropero, junto a sus recetarios, se tomó una carpeta con sus recetas y estudios previos, del gabinete se recogieron sus medicamentos y del perchero se descolgó su rebozo. Justo antes de salir, y sin que el resto escuchara, le entregó aquellos escritos de cocina a su nieta, Sofia. Con voz calma le dijo -de aquí a que regreso te dejo mis libritos, cuídalos mucho y, cuando puedas, prepara algunas de las recetas-. Como palabra divina, aquella pequeña tomó los libros y los puso bajo su brazo.

He aquí una tercera, y última, pizca de la vida de Josefina Velázquez de León. En nuestro último encuentro comentamos la clasificación de sus recetas y las temáticas en las que se presentaban en los recetarios, pero aún hay historia que contar. Como parte de sus aportes a los recetarios de comida mexicana, nos encontramos con una innovación interesante. En 1944, bajo en nombre de 150 recetas, citado en la primera entrega de esta trilogía, propone la adición de crema de cacahuate para dar sazón y sabor a platillos tradicionales como las enchiladas, sopes y el mole. Como parte de esta estrategia, realizó demostraciones de cocina y repostería en los mercados de Tacubaya, Cuauhtémoc, Narvarte y Lindavista. Lo que podemos considerar como una táctica de modernizar la cocina popular con técnicas e ingredientes, autóctonos, como es el caso de la ya mencionada crema de cacahuate.

En 1959 fue juez en el concurso culinario Superchef II, organizado por la marca Presto. Más tarde, en 1961, colaboró con la empresa Fuertomate con un recetario que se tituló Fuertomate en la cocina, con el que se buscó impulsar la venta de puré de tomate enlatado. Desde 1960 comenzó un trabajo compilatorio con la Compañía Exportadora e Importadora de Maíz, S.A. (CEIMSA), del cual se desprende la publicación 420 recetas de platillos populares mexicanos, asignándole el crédito de directora técnica. Dicho recetario tenía como base el uso de maíz, lenteja, garbanzo, entre otros ingredientes.

Josefina Velázquez de León muere en 1968, pero no deja solo un bagaje escrito de recetas y publicaciones, además hereda a la cocina mexicana un modelo que se consideró como innovador, la versatilidad de las preparaciones, la manera de presentarlas y el interés por perfeccionar platillos típicos, sin la necesidad de darles el clásico toque europeo, tal cual sucedió durante el Porfiriato. Y sustentando dichas innovaciones con los avances tecnológicos del momento, como lo fue la olla exprés, de Presto; los enlatados, como los de Fuertomate; y la electrificación de las sociedades urbanas y rurales, a través de recetarios que llevaban como regalos licuadoras y planchas.

Benjamín Ramírez


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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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