Los resultados de la pasada elección del Poder Judicial (cuyos cómputos aún continúan) deben tomarse con mucha seriedad. Tan solo los datos correspondientes a la Suprema Corte de Justicia de la Nación permiten conocer que la participación ciudadana fue apenas del 13%. Pero no solo eso: también es importante señalar que solo el 77% de los votos fueron válidos, ya que el 10% resultaron nulos y el 12% de los recuadros no fueron utilizados.
Las razones pueden ser varias: desde el tipo de campañas, el amplio número de candidaturas, la instalación de prácticamente la mitad de las casillas en comparación con la elección anterior, hasta la polarización entre quienes promovían el voto y quienes llamaban a no participar.
Por otra parte, la complejidad de la boleta fue un factor relevante, ya que se trató de un formato distinto al tradicional. Es decir, no eran recuadros, donde se seleccionaba partido, candidatura, etc., sino fue a través de listas abiertas, donde la ciudadanía tenía que anotar números, y ello dificultaba la identificación de algunos perfiles, así como el tamaño de la letra, lo que también se reflejó en que no ejercieran la totalidad de sus votos.
Debemos también distinguir los cargos con representación nacional, como son las candidaturas a la SCJN, la elección para el Tribunal de Disciplina Judicial o la Sala Superior del Tribunal Electoral. Sin embargo, al revisar los resultados de tribunales colegiados o juzgados de distrito, podemos observar que —de acuerdo con el corte de las ocho de la noche del 5 de junio— los votos nulos aumentan al 15% y los recuadros no utilizados al 19%. En el caso de los juzgados de distrito, los votos nulos alcanzan un 15% y los recuadros no utilizados, un 17%.
Esto se debe a que estos perfiles tuvieron menor exposición mediática, además de la dificultad para distinguir las candidaturas según el sexo y la especialidad a la que aspiraban (penal, laboral, familiar, civil, mixto, etc.).
Sin duda, hay diversas lecciones que deben ser consideradas rumbo a las elecciones de 2027, las cuales, a nivel federal, serán complejas: se tratará de una elección concurrente. En entidades como Hidalgo, por ejemplo, se elegirán ayuntamientos, diputaciones locales y federales, además de la totalidad de los cargos del Poder Judicial.
El reto no es menor, pero serán los organismos electorales —tanto el federal como, en el caso específico de Hidalgo, el Instituto Estatal Electoral— quienes darán soporte como pilares de la democracia en México e Hidalgo.
Nada de esto habría sido posible sin la fortaleza de los organismos electorales. Hay que recordar que, en tan solo unas semanas, se tuvo que trazar todo el andamiaje para la organización de esta elección.
Por último, es importante mencionar que la participación electoral en Hidalgo fue del 13.7%, muy similar a la registrada a nivel nacional (13%).