Política

La responsabilidad de educar

  • Apuntes pedagógicos
  • La responsabilidad de educar
  • Alfonso Torres Hernández

El inicio del ciclo escolar 2025-2026 presenta a las maestras y maestros un escenario educativo para las escuelas complejo y difícil en el desarrollo de su función esencial que es la enseñanza. Las demandas de tipo administrativo parecen ocupar un lugar privilegiado por parte de sus autoridades; el cumplimiento con los protocolos de convivencia y prevención de la violencia definen sustantivamente la relación pedagógica con sus alumnos; el programa de vida saludable les implica tareas adicionales a su función, y a todo ello, se le suma la responsabilidad de realizar las tareas pedagógicas de construcción del programa analítico, diagnóstico, el Sistema de Alerta Temprana (SisAT), planificación didáctica, además de las actividades encomendadas por su autoridad inmediata. Frente a este panorama cobra sentido el pensar en un proyecto de escuela-comunidad que concentre sus esfuerzos en la formación de los alumnos.

Un punto de partida es reconocer que la responsabilidad de la educación es una tarea compartida entre la escuela, la familia y la comunidad. Establecer límites y responsabilidades en la participación de cada uno de los actores es primordial para que las maestras y maestros le otorguen centralidad a la enseñanza y aprendizaje. La concurrencia de las familias y comunidad en esta tarea debe ser de apoyo. Los docentes deben estrechar las formas de comunicación para que todos se involucren en las intenciones educativas. Se trata de hacer escuela, como lo he enunciado en otras ocasiones.

Otro punto de partida es tener presente las nuevas necesidades y exigencias de la sociedad, cada vez más compleja. Al respecto es conveniente la toma de decisiones conjuntas entre escuela, familia y comunidad. Seguridad, alimentación, ambientes sociales, uso de dispositivos digitales, prevención de adicciones, son algunos de los temas implicados. De igual manera, es importante redefinir nuevos campos de acción y orientación educativa que no se limiten al espacio escolar. La escuela no es espacio donde se tengan que resolver las múltiples problemáticas sociales, comunitarias o familiares. La escuela es el detonante formativo para proyectar una posible atención a esas problemáticas. Cobra sentido en esta idea, tener presente los pilares de la educación planteados por la Comisión Delors en el siglo pasado: aprender a conocer, a prender a hacer, a prender a ser y aprender a vivir juntos. Particularmente este último, pone la atención en la convivencia pacífica y relaciones sostenibles con el medio ambiente social y natural.

La construcción de políticas educativas transversales que tengan centralidad en la escuela y que avalen el desarrollo integral en la acción educativa de la escuela-familia-comunidad son más que necesarias. El diseño de política educativa no puede pensarse por separado, tiene que ser integral. La formación de una nueva ciudadanía (la que se encuentra en las aulas de educación básica y media superior) involucra no sólo la tarea de la escuela sino de múltiples instituciones. Es pertinente pensar en una educación política para la participación social. Estos son puntos de partida que nos llevarían a un desarrollo educativo más responsable y a no olvidar que la educación es tarea de todos y no solo de la escuela.


Google news logo
Síguenos en
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.