El contexto socioeducativo actual exige miradas distintas para comprenderlo y poder intervenir en él. Requiere de maestras y maestros con claridad de pensamiento, conocimiento y acción. Las problemáticas que están presentes en el sistema educativo y escolar son complejas, difíciles, recurrentes. Tienen que ver con cuestiones paradigmáticas, institucionales, de política, curriculares, de gestión, de formación, de metodología, de didáctica, entre muchas otras. ¿Qué hacer frente a ello? ¿Qué hacen las autoridades de la SEP? ¿Qué hacen los legisladores? ¿Qué hace la sociedad? Y particularmente, por ser lo que motiva nuestros encuentros formativos en la Maestría en Intervención e Innovación Educativa para el Desarrollo Educativo (MIIDE) de la UPN-Hidalgo: ¿Qué hacemos y qué podemos hacer las maestras y maestros? ¿Cómo podemos intervenir? ¿Por qué tenemos que intervenir? ¿Para qué tenemos que intervenir?
El proceso formativo de la MIIDE ofrece a los docentes elementos de orden epistemológico, teórico, conceptual y metodológico para aclarar su pensamiento, mirada, conocimiento y acción en relación con su entorno social y educativo, con un propósito muy específico: articular un motivo, un pretexto, un dispositivo, un deseo que tuvieran respecto a las necesidades y problemáticas educativas presentes. Es decir, la propuesta es clara: construir y desarrollar un proyecto de investigación-intervención que busque la transformación educativa y social.
¿Qué pasa en este proceso formativo? Al inicio, sus deseos se trastocan. Sus certezas se desestabilizan. Surge la incertidumbre, la inseguridad. Sus emociones emergen con fuerza y sensibilidad. La realidad les incomodará. Les molestará la política, lo cotidiano de su trabajo, lo que observan y viven. No cabe duda, la intervención les intervendrá. Después, su mirada empezará a aclararse. Estarán listos para avanzar en despliegues de intervención más pensados, y lo harán. Intervendrán de acuerdo con sus condiciones, posibilidades y marcos de referencia construidos.
En los estudios de la MIIDE, principio compartimos la idea de que el sentido de la intervención educativa es la transformación social. Esto significa que la tesis que se va construyendo debe ser muy clara, contundente y puntual en dar cuenta del proceso vivido y de los aportes que hace para contribuir a la transformación educativa y social. Cada una en alguno de las líneas formativas específicas que se desarrollan: educación inclusiva, animación sociocultural o pedagógica-didáctica. Esta será la expresión más clara de la pertinencia de estudiar un posgrado. Articular formación y práctica, desarrollar una praxis nos dirían los grandes teóricos. Pero también es una expresión de que la Universidad Pedagógica Nacional, a través de la MIIDE está haciendo bien las cosas, a pesar de las limitantes y condición institucional en que la ha colocado la política gubernamental, federal y estatal. Está haciendo bien, lo que saber hacer: formar profesionales de la educación.
La formación de un profesional de la educación lo pensamos siempre con capacidades de alto nivel para la investigación, la intervención y la innovación. Profesionales de la educación que sean sujetos con compromiso social para el ejercicio democrático, inclusivo y justo en su práctica cotidiana. Que sean maestras y maestros que le den nuevos sentidos a la escuela y a la relación pedagógica. Que desarrollen pensamiento crítico en la construcción de las narrativas que hoy están presentes en nuestra sociedad: la interculturalidad, la equidad de género, el cuidado ambiental, la diversidad sexual, la diversidad cultural, el uso de tecnologías y la inteligencia artificial. O como dice Henry Giroux (2000) “hay que repensar la educación para que sea un instrumento democrático”. Y es cierto, fortalecer la participación política y pedagógica en la construcción de nuevos programas y proyectos educativos es un imperativo, el docente no puede ser pasivo ni indiferente hacia su materia de trabajo: la educación.
Los estudios de posgrado en la UPN, expresan esa formación profesional. La formación en intervención educativa no se agota en lo teórico-metodológico, se complementa con otras cuestiones. Recupero a Paulo Freire (1998), cuando señala cuatro cualidades que caracterizan a la maestra y maestro progresista: la Humildad, la Amorosidad, la Valentía y la Tolerancia. Cualidades que debe poseer un interventor educativo. Lo anterior, ayuda a configurar un claro posicionamiento ético-político-pedagógico en los docentes, además de ser un punto de partida para revalorizar su función, para no enmudecer ante la injusticia, desigualdad social y las formas sociales y escolares instituidas, y por supuesto, para contribuir a la transformación social y educativa.
**Con afecto para las egresadas y egresados de la MIIDE de la UPN-Hidalgo.