Una de las pretensiones de nuestra educación escolarizada es generar las condiciones pedagógicas e institucionales para que las niñas, niños y adolescentes logren un desarrollo integral y armónico, es decir, equilibren el saber, el saber-hacer y el ser. Una aspiración que, a lo largo de la historia del pensamiento educativo, siempre ha estado presente. Rousseau (1712-1778) hacía alusión a las pedagogías del corazón, la cabeza y la mano; Pestalozzi (1746-1827) mencionaba la importancia de preparar a los maestros para lograr un desarrollo integral en el alumno; los precursores de la escuela activa (Fröbel, Montessori, Freinet) siempre buscaron el equilibrio integral del educando; las corrientes críticas en educación han planteado lo mismo. Todos, desde distintos ángulos colocan el desarrollo integral como premisa educativa.
En este sentido, la escuela y la práctica pedagógica de maestras y maestros debe generar y/o abrir más los espacios para la enseñanza del arte y experiencias estéticas, reconocer su valor formativo en la construcción integral del alumno. Las artes posicionan a los alumnos en una relación distinta con el mundo y sus manifestaciones culturales; promueven la reflexión, imaginación, sensibilidad y afectividad hacia otras formas de comunicación; ayudan a desarrollar el diálogo con los otros teniendo como pretexto las experiencias estéticas, temas y problemas comunes.
La metodología de proyectos, en su esencia considera la integración del conocimiento. Este dispositivo pedagógico-didáctico es pertinente para que las maestras y maestros acerquen a los alumnos a experiencias artísticas y estéticas diferentes, como lo mencionanGómez, PP y Mignolo, W. (2012) “Acercar a las y los estudiantes desde temprana edad al goce y la producción de la música, la danza, el juego, la pintura, los artefactos artísticos y la belleza natural, o bien a otras formas occidentales no convencionales de hacer arte, por ejemplo, performances o multimedia, pero también a diversas expresiones de los bienes populares o artesanías y de las estéticas decoloniales que no entran en los circuitos canónicos de la “esfera del arte”.
Es necesario recuperar, y darle un lugar más prioritario, a la enseñanza de las artesen la escuela. Han sido varias décadas en que el currículum ha estado centralizado en la adquisición de conocimientos (desarrollar lo cognitivo), sin reconocer que la formación integral se constituye también con el desarrollo equilibrado de las habilidades físicas y la sensibilidad de lo artístico y lo estético.