Son dos los momentos que acapararon la agenda social y política de estos días; y estos dos instantes, al final terminan por converger.
Primero, el caso de la amenaza al candidato panista a la capital, Mario Riestra. Un hombre se le acercó y le habría dicho que su cabeza tiene precio: 15 mil pesos.
El hecho fue denunciado, pero con el paso de los días, presenciamos una pasarela de ruindad y mezquindad por parte de la clase política, tanto de un lado como del otro.
No estoy concediendo que haya ocurrido o no (eso deberá aclararlo la autoridad ministerial), pero la reacción de los grupos partidistas deja mucho que desear y demuestra que no les importa ver a un político muerto, con tal de ganar una elección.
Nunca antes en Puebla se había politizado un incidente que en lugar de provocar preocupación e indignación unánime de todos los grupos políticos, prefirieran lucrar de forma vergonzosa.
El actual proceso electoral es ya el más violento en la historia moderna del país, donde han asesinado tanto a panistas como a morenistas; a priistas como a petistas; a perredistas como a verdecologistas. Sobre este caso, todos cargan culpa.
De entrada, Riestra quien buscó endosarle la culpa al gobierno del estado sin tener los elementos suficientes; después, sus contrincantes al asegurar que se trató de un montaje; y finalmente, la autoridad que hizo víctima al probable victimario.
Ojalá que en alguien quepa la prudencia y que dejen de polarizar a la sociedad.
Si en campaña son tan mezquinos y cretinos, ¿qué nos espera una vez que asuman el gobierno?
El segundo momento que marcó la agenda es la participación de los jóvenes universitarios en los diversos encuentros con los candidatos a la gubernatura y la alcaldía.
Personajes cercanos a los contendientes, previo a los eventos convocados por universidades privadas y la BUAP, habían calculado poco ánimo y participación de los jóvenes, sin embargo lo que se vio fue una amplia participación de un sector juvenil interesado en la conversación electoral, cuestionando, analizando y criticando, pero participando.
En un momento donde esta participación es notable, ¿qué mensaje les está dando la clase política, cuando lucran con un hecho como la amenaza a uno de los participantes en la contienda?