Coordinación es la palabra preferida, al menos la que más usan Claudia Sheinbaum y Omar García Harfuch cuando hablan de la estrategia de seguridad del Gobierno federal.
Coordinación entre la Secretaría de Seguridad, la Secretaría de la Defensa y la Secretaría de Marina. Coordinación entre el gabinete de seguridad federal y los gabinetes de seguridad estatales, coordinación entre y con las policías estatales.
Creo que tienen razón. Solo así se podrá avanzar en serio en la lucha contra el crimen que azota a muchas partes del país y que cada vez es más complicado de descifrar en sus redes y extensión; desde el gran y pequeño huachicol, el nuevo narco, la corrupción rampante y la extorsión de barrio a la toma de industrias completas.
Omar García Harfuch y el general Ricardo Trevilla tienen claro que solo trabajando con las fuerzas de seguridad locales pueden comenzar a avanzar en serio en los territorios. No hay Guardia Nacional, ni Ejército, ni Marina ni aparato de inteligencia que alcance. Y queda más que claro que en los estados, la mayoría de gobernadores no tienen ni la voluntad, ni los recursos para enfrentar ellos y sus fuerzas locales el lío en el que estamos. No está sencillo. Por lo pronto, en estos tiempos, son los federales los que toman en muchos estados la decisión, por ejemplo, de quién debe estar al mando de las policías estatales. Sería ingenuo pensar que con un nombramiento basta, ya veremos si después vienen recursos, capacitación y fortalecimiento de aquellas instituciones.
Ahora, debe quedar claro que esa estrategia no es exactamente de “coordinación” sino de subordinación. Los federales los nombraron, a ellos responden. Puede ser que no esté y no resulte mal. De hecho, llevamos años viendo que lo otro, policías en manos de gobernadores inútiles y corruptos, es un desastre.
El caso de la Fiscalía es diferente. El país agradece y celebra la salida de Gertz, eso está claro.
Pero tampoco debe aplaudir la llegada de una fiscal que, eso dice su historia en CdMx, será una subordinada de las fuerzas civiles y militares de seguridad. Las fiscalías deben coordinarse, sí, pero no someterse, porque deben ser siempre el primer obstáculo, la primera piedra en el camino frente a abusos y excesos de las fuerzas policiacas y militares que no son pocos. Es la Fiscalía y el Ministerio Público el que más allá de las ganas de meter a todos a la cárcel, sea el primero en pedir razones para armar un expediente, pedir que se respeten derechos.
En CdMx, Ernestina no lo fue.
