DOMINGA.– Salió de las pantallas en Chihuahua y llegó a la Ciudad de México para sacudir conciencias. Llenó auditorios en la UNAM, en el Senado y la Cámara de Diputados, en los que decenas de personas se acercaron a agradecer su lucha por la eutanasia. Siempre sintió que ella estaba destinada a hacer algo grande y ahora lo está cumpliendo.
Samara Martínez Montaño busca que el derecho a bien morir sea legal, que los pacientes terminales decidan cómo, cuándo y dónde trascender, y que quienes los ayuden no sean castigados por cometer “crímenes por piedad”.
El interés por los derechos de los enfermos terminales lleva casi tres décadas en México. Desde que se realizó el Foro sobre los Derechos de los Enfermos Terminales e Incurables en el Palacio Legislativo en 2002, con 200 asistentes de instituciones médicas, académicas y público en general, el tema ha estado presente.
“¡Que levante la mano quien no se va a morir!”, lanzó Samara el pasado 28 de octubre en el patio central del Senado ante legisladores. La eutanasia recobra fuerza gracias al valor y la presencia de esta mujer que no para de dar entrevistas.
La provocación, frase original del doctor Federico Rebolledo, evidenció lo inevitable y absurdo de oponerse a una muerte digna para todos, estemos ahora sanos o enfermos, sin distinción de edad, género, clase o religión.
La iniciativa ciudadana Ley Trasciende se entregó ese día con 130 mil firmas, convirtiéndose en una de las causas más populares en ‘change.org’. Un día antes, en un conversatorio organizado por la asociación Por el Derecho a Morir con Dignidad (DMD), fundada en 2009, su directora Amparo Espinosa agradeció a Samara por ser la primera ciudadana en México que hace público su deseo de acceder a la muerte médicamente asistida y de luchar para legalizar la eutanasia activa.
Espinosa reveló dos datos cruciales: 70% de los mexicanos apoya la eutanasia activa y hay más de 50% de respaldo en todas las entidades del país, según sus propias encuestas nacionales de 2016 y 2022.
Samara busca ir más allá de la Ley de Voluntad Anticipada, aprobada en 2019, que sólo permite rechazar tratamientos médicos y recibir cuidados paliativos. Su propuesta pretende que los médicos puedan suministrar a los pacientes terminales los fármacos que les permitan morir sin dolor: uno para dormir y otro para detener el corazón. Y que los enfermos, o quienes los auxilien, sean capacitados para efectuar el suicidio medicamente asistido, a fin de tener una despedida íntima, libre y digna.
La otra parte de esta historia involucra a los médicos, sus dilemas éticos y morales para decidir si prolongan o no la agonía de un paciente cuando ya no hay alternativas médicas. Implica modificar la Ley General de Salud, que en sus 482 artículos dedica apenas dos líneas a prohibir la eutanasia, “entendida como homicidio por piedad o suicidio asistido”, castigando con hasta 12 años de prisión a quien ayude a morir. Justo lo que Samara necesita, viviendo con una enfermedad renal en etapa terminal.
La voz de la eutanasia que sale de las redes sociales
“¿Por qué no sólo te desconectas?”, “El metro de cuerda es más barato”, “Ya existe la voluntad anticipada”, “Si te quieres quitar la vida, adelante, pero no con mis impuestos”, le dicen a Samara Martínez en redes sociales.
Así piensan sus detractores, quienes la conocieron súbitamente el 28 de agosto de 2025, cuando anunció en TikTok que buscaría la eutanasia activa para ella y la aprobación de la Ley Trasciende para todos. Porque ni la voluntad anticipada, ni los cuidados paliativos, ni el suicidio garantizan morir con dignidad y sin dolor.
En un conversatorio en el Senado, el doctor Víctor Manuel Enríquez, médico psiquiatra y maestro en Ciencias Médicas, compartió: en los diez países donde la eutanasia activa es legal, 90% de los pacientes elige morir en casa. Pero Samara sueña con hacerlo en el mar, rodeada de paz, de su familia y sus seres queridos.
En su visita a la Ciudad de México llenó auditorios en la UNAM, el Senado y la Cámara de Diputados, donde decenas de personas se acercaron a agradecer su lucha por los enfermos terminales, a los que no les queda más que esperar a que la enfermedad los consuma, junto con las fuerzas, el dinero y la salud mental de sus familias
El bien morir está latente en México desde inicios de siglo –la primera iniciativa de ley se presentó en 2002–. Varios colectivos trabajaban en ello desde años atrás, pero faltaba una cara visible para encabezar el esfuerzo. Esa figura resultó ser una mujer de 30 años, periodista, de ojos grandes y sonrisa amplia, resiliente, con vocación social y temple para abanderar la autonomía del cuerpo, la libre elección y la autodeterminación al final de la vida.
“Mi papá me decía: ‘¿por qué tienes que ser tú quien luche por esto?’. Si no soy yo, me voy a morir esperando que alguien más lo haga”, relató en un conversatorio en la UNAM. “Mientras se siguiera tocando el tema desde el privilegio de la salud, jamás iba a pasar. Era necesario que un paciente levantara la mano”, dice Samara.
“Ella no buscó a nadie, lanzó el video en sus redes y la contactaron varias organizaciones y medios”, dice Luz Arcelia Montaño, su madre, quien la acompaña en esta visita a la capital del país. “Esa mujer que ves ahí no se hizo ayer: tiene 30 años de recorrido y una gran historia. Afortunadamente su preparación y perseverancia la han llevado hasta aquí”, dice orgullosa.
Samara ha pasado media vida en duelo, desde los 16 años. La enfermedad le arrebató la función renal, su trabajo como periodista –la despidieron por enfermarse–, su matrimonio –su esposo la abandonó y le cobró los 100 mil pesos que aportó al hospital–, perdió dos trasplantes y apagó el sueño de ser madre.
En México, cada año, 468 mil personas viven con sufrimiento grave por temas de salud, según datos de 2019, cuando se aprobó la ley de Cuidados Paliativos. “Esto equivale a 150 millones de días de sufrimiento al año”, citó el dictamen presentado por Martí Batres, hoy director del ISSSTE. Seis años después, la Comisión Lancet sobre Acceso Global a los Cuidados Paliativos, señaló que el sufrimiento creció a 800 mil pacientes con dolor por enfermedad crónica.
Samara Martínez ha impulsado foros y conversatorios
Una organización –Articulación, Organización e Investigación AC– no deja de programarle entrevistas con medios de comunicación y canales de YouTube. Durante los conversatorios y foros impulsados por Samara, se reunieron organismos, colectivos y familiares que conocen el dolor en carne propia o a través de un ser querido desahuciado, muerto con sufrimiento:
“Ya que la enfermedad nos quitó la oportunidad de elegir cómo vivir, por lo menos tengamos la de elegir cómo partir”, dice Fátima Ibarra, responsable de la Asociación para la Atención Integral de Pacientes con Fibromialgia FIA México, que acudió a respaldar a Samara en la UNAM.
Ahí estuvo también la asociación que apoya a pacientes con esclerosis lateral amiotrófica, la enfermedad que atacó al científico Stephen Hawking y más recientemente al periodista Martín Caparrós. “Nosotros tenemos alrededor de 70 pacientes activos –dice Jaqueline Galán Reséndiz, coordinadora del área de trabajo social de Familiares y Amigos Enfermos de la Neurona Motora–, pero se estima que en México hay cerca de seis mil diagnosticados”.
“Samara es un ícono de lucha, que habla no sólo por ella, sino por todos los pacientes con enfermedades como la nuestra. Es una figura muy importante y esperamos que lo logre”, dice Galán.
Héctor Nebot García, maestro en derecho y fundador de la materia de Bioética en la Escuela Superior de Medicina del IPN, relató que su padre acumuló enfermedades: EPOC, degeneración macular, cáncer y tumores en el sistema nervioso. “Se dio un balazo en la cabeza en su habitación. Si hubiera existido un marco jurídico regulatorio, habría terminado con su vida de otra manera, no con algo tan violento”, dijo durante el foro de Derecho a Morir con Dignidad.
Paola Zavala, abogada de Samara y coautora de la Ley Trasciende, cuenta que a los 20 años vio morir a su padre por cáncer metastásico en el IMSS. “Recibía sangre todos los días. Mi papá regresaba un poquito y se consumía la sangre; cuando se estaba yendo le ponían otra vez, iba y venía como una ola de mar”, dice. “Veía en sus ojos que me decía: ya, para esto”.
Pidió al médico que ya no le pusiera sangre y él se negó: había hecho un juramento ante Hipócrates y no podía dejar morir a su paciente. “Entonces ya no te traeré donadores”, respondió Paola. “Tengo un banco de sangre”, contestó él y continuó prolongando su agonía. Solicitó lo mismo a la doctora que lo sustituyó en un descanso y ella sí aceptó. “Eso me marcó la vida y supe que quería luchar por esto”.
El activista Aurélien Guilabert señaló otra llaga: la desigualdad ante la muerte. “Todos los días se practica la ayuda para morir, pero ¿quiénes tienen acceso? Personas con dinero o con contactos, incluso asumiendo los riesgos de la ilegalidad”.
La lucha por la eutanasia activa en México
El interés por los derechos de los enfermos terminales lleva casi tres décadas en México. En 2002, se realizó el Foro sobre los Derechos de los Enfermos Terminales e Incurables, que impulsó la primera iniciativa, antecedida sólo por la Carta de los Derechos Generales de los Pacientes de 2001. La presentó el médico y diputado del PRD, Pedro Miguel Rosaldo Salazar. Aunque la palabra “eutanasia” no aparecía ahí, se planteaba la posibilidad del derecho a la terminación voluntaria de la vida, bajo la supervisión de un comité de ética.
Antes de la iniciativa Ley Trasciende, se habían presentado siete para aprobar la eutanasia activa a nivel federal y tres más en el ámbito local: dos en la Ciudad de México y una en Jalisco. De 2002 a 2022 se propusieron reformas a la Ley General de Salud, al Código Penal Federal y a la Constitución, impulsadas principalmente por el PRD, pero también por el PT y Morena. Pero todo terminó en la ‘congeladora legislativa’, frenados por motivos políticos, económicos, religiosos y sociales.
Tras la irrupción pública de Samara, surgieron dos nuevas propuestas exprés. El 23 de septiembre de 2025, la diputada morenista Olga Leticia Chávez Rojas propuso reconocer el derecho a la eutanasia para pacientes oncológicos y con enfermedades terminales. Y el 17 de octubre, en el Congreso del Estado de México, el diputado del PT Josué Hernández planteó despenalizarla y normar para pacientes en fase terminal para ayudarles a trascender de manera digna.
Hoy, por primera vez, podría tener éxito una iniciativa ciudadana: la Ley Trasciende, que ha reunido el apoyo de cuatro de los seis partidos representados en el Congreso –Morena, PRI, MC y PT–, en un contexto político de progresismo y transformación. Mientras que PAN y PVEM no se han pronunciado en contra.
En 2005, tres diputados del PRD se sumaron al proyecto del doctor Rosaldo Salazar y propusieron incluir un precepto especial para el homicidio piadoso, además de adicionar al Código Civil Federal el ‘Testamento de vida’, donde el paciente establece los tratamientos de reanimación o prolongación vital que desea recibir.
En 2010, el diputado Jorge Kahwagi, de Nueva Alianza, presentó otra iniciativa para legitimar la eutanasia en enfermos terminales. La comisión dictaminadora desechó la iniciativa porque, determinó, la subjetividad de la opinión del paciente –con respecto al grado del dolor– puede ser generadora de múltiples confusiones que harían que la tutela de la vida se vea vulnerada de manera fácil.
En 2015, el diputado del PRD Fernando Belaunzarán propuso despenalizar y regular la eutanasia activa. La Comisión de Justicia de la Cámara de Diputados informó que la iniciativa no fue dictaminada en el plazo reglamentario y la archivó. En 2016, los perredistas Guadalupe Acosta Naranjo y Héctor Javier García Chávez presentaron otra, con la intención de corregir la deuda con la dignidad humana. En 2020, la diputada del PT Ana Karina Rojo Pimentel buscó crear bases legales para acceder a una muerte digna mediante la eutanasia dirigida. Ninguna prosperó.
En 2018 se presentó la primera iniciativa en el Senado. Leonor Noyola Cervantes, del Partido Verde, propuso elevar a rango constitucional la autodeterminación, el libre desarrollo de la personalidad, la eutanasia y la despenalización del aborto.
En el ámbito local, en mayo de 2023, dos diputados del grupo Hagamos presentaron la Vida y Muerte Digna, iniciativa que busca reformar el Artículo 4 de la Constitución de Jalisco para que se garantice ese derecho.
Y en la Ciudad de México se han presentado dos iniciativas: una en 2021, del diputado Nazario Norberto Sánchez, y otra en 2022, de la diputada María Guadalupe Morales Rubio, ambos de Morena. Esta última propuso adicionar al Artículo 4 Constitucional que “toda persona tiene derecho a una vida digna y, por consiguiente, a una muerte digna”.
Los obstáculos para aprobar la eutanasia activa
La disputa más fuerte entre las fuerzas políticas del país en materia de eutanasia surgió tras la aprobación de la Constitución Política de la Ciudad de México (2016), que en su Artículo 6 reconoce “el derecho a la muerte digna”. La entonces Procuraduría General de la República impugnó varios artículos por considerar que la capital excedía su autonomía en materia de bioética. Argumentó que ese derecho podría contradecir la protección de la vida desde la concepción.
La Suprema Corte de 2018 no declaró inconstitucional dicho artículo, pero estableció que la Ciudad de México no puede legislar sobre eutanasia o muerte asistida, pues esa facultad corresponde al Congreso de la Unión. Sin embargo, especialistas consideran que esto marcó un avance, similar al camino recorrido para la despenalización del aborto. “El principal obstáculo [...] es la religión, porque sigue siendo muy influyente en México. Pero hemos evolucionado como sociedad: hay más conciencia y respeto a la libertad personal”, dice Paola Zavala, la abogada de Samara.
Confía en que las resistencias no sean tan fuertes: “Esperamos que la izquierda ya no tenga vínculos con los sectores conservadores. Y porque, al final, se trata de respeto: no estamos imponiendo nada a nadie”.
Hasta en términos de impuestos, dice, el debate está perdido: “es mucho más caro mantener con vida a alguien que [...] inminentemente va a morir, que darle medicamentos a quien ya decidió irse”.
Un estudio de 1998 en Estados Unidos reveló que 24% de los médicos practicaría la eutanasia activa si fuera legal. En México, una encuesta del Tec de Monterrey (2018) a mil 319 estudiantes de medicina mostró que 44% apoyaba la eutanasia activa y 52% la pasiva; la religión y la espiritualidad fueron las principales razones de rechazo. Dado que para 2037 habrá más adultos mayores que jóvenes, el Inegi debería empezar a medir estas percepciones.
De modo que la abogada no sabe con certeza cuánta oposición vendrá del gremio médico. “La iniciativa reconoce la objeción de conciencia: quien no quiera, no tiene que hacerlo. Sólo pedimos que el sector público cuente con médicos no objetores en sus plantillas”.
—¿Tendrá un costo para la izquierda votar esta ley? —pregunto a la abogada.
—Sí, toda ley lo tiene. Pero también lo habrá si no la aprueban. Si no son conservadores, deberían estar abiertos a cambiar su perspectiva y respetar el Estado laico. Como en todos los derechos, no apelamos a mayorías. Si las mujeres hubiéramos esperado el consenso para el aborto, nunca lo habríamos tenido.
La abogada cuenta con el respaldo de legisladores de Morena, MC, PT y PRI. Incluso la senadora panista Lupita Mungía, de Querétaro, se mostró interesada y prometió hablar con su bancada. Pero sectores que podrían mostrar oposición son las aseguradoras, las farmacéuticas y los hospitales privados.
El santo de las causas imposibles
Samara eligió el 28 de octubre para presentar su iniciativa en el Senado, el mismo día en que miles de fieles celebraban a San Judas Tadeo, santo de las causas imposibles, como aliviar una enfermedad incurable. Un culto que crece entre los jóvenes y cuya sede principal, la iglesia de San Hipólito, está a dos kilómetros del Senado.
Dentro del Senado, la presentación, conferencia y conversatorio con Samara fueron un éxito. Afuera, acudieron más medios que ciudadanos.
Lupita, devota de San Judas, caminaba sobre Paseo de la Reforma con su santo en brazos. No aprueba la eutanasia, la asocia con la inyección letal que le aplican a los reos en Estados Unidos para morir. Pero le explico que se trata de aliviar el sufrimiento de pacientes desahuciados para que mueran dignamente y sin dolor.
—Ah, entonces sí estoy de acuerdo —dijo.
Más allá de las redes y el círculo rojo, Samara enfrenta el reto de socializar su causa y educar a la gente común, tiene el talento y la inteligencia para lograrlo. Sólo falta que el tiempo y los legisladores no se interpongan en su último sueño de ver aprobada la ley y ser la primera en trascender de esta manera.
GSC