DOMINGA.– “Lesbiana”, “rama seca”, “infértil”, “útero de adorno”, “ovarios de uva pasa reseca”, “llena de moho”, “¡extincionista!”. Estos son algunos de los insultos que recibió la actriz colombiana Margarita Rosa de Francisco por celebrar en redes sociales la caída en el Índice de Natalidad de su país y mostrarlo como una victoria de la lucha feminista.
“Estamos despertando”, escribió la actriz, conocida en México y otros tantos países adonde llegó la famosa telenovela Café con aroma de mujer en los años noventa. Ella es activista por la “no maternidad” y ha revelado que abortó en una ocasión. Ahí en redes sociales, una médico de profesión le comentó los efectos económicos preocupantes que esto conlleva, pero ella respondió:
“Somos las mujeres las que parimos el mundo. Sin nuestra estricta voluntad no nacería nadie. Si eso no es tener poder, no sé qué más puede serlo (con razón la misoginia y el machismo; nos tienen literalmente pavor). Si quieren que nazca más gente, nos van a tener que proponer un mundo vivible”. Y en seguida lo compartió ante sus millones de fans y odiadores en la red social X.

La Gaviota colombiana prendió la mecha sobre un tema controversial latente en el ánimo de las mujeres de la generación millennial y centennial en todo el mundo: ¿Tener o no tener hijos?, ¿trabajar y convertirse en madres, aceptando esa doble jornada?, o ¿ser madres, dejar el trabajo y dedicarse al empleo informal?
Preguntas que surgen para criar y atender a los hijos. La respuesta se ve reflejada en la caída en los índices de natalidad en países como Argentina, Chile, Costa Rica, Estados Unidos, Puerto Rico, Uruguay y, desde luego, México. Vivimos un cambio de paradigma.
Cada vez más mexicanas están decidiendo tener menos hijos o no tenerlos. Los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) informan que en 2021 nacieron un millón 912 mil 178 bebés; para 2024, un millón 672 mil 227; esto es 239 mil 951 niños menos. En una década la tasa de natalidad de México ha caído 22.4 puntos –mayor a la caída colombiana (21.3 puntos)–. Para algunos, esto es un escándalo; para otros, una revolución.
Según proyecciones del Consejo Nacional de Población, alcanzaremos la tasa de natalidad negativa en 2053, es decir, empezaremos a decrecer poblacionalmente.

El cambio de timón que enciende a la derecha
Decir que los jóvenes de hoy son egoístas y por eso no quieren tener hijos es simplista. Varios estudios revelan que ellos son más conscientes de lo que significa traer hijos al mundo. Les preocupa el costo de vida, la falta de vivienda asequible, la calidad del empleo, la falta de acceso a servicios de salud, el cambio climático y hasta la seguridad nacional, según un artículo de la UNAM.
Y como todo eso no lo tienen, han sustituido a los hijos por gatitos y perritos para complementar sus necesidades afectivas.

El cambio cultural se aceleró después de la pandemia de covid-19. En 2021 la tasa se elevó pero, desde entonces, no ha dejado de caer. El encierro en casa hizo que muchas mujeres se replantearan el futuro que quieren, se dieron tiempo para pensar y cuestionar el poco acompañamiento institucional para las madres trabajadoras y que pueden existir otros proyectos de vida.
Quizá por eso los movimientos conservadores regresaron con tanta fuerza. Las llamadas tradwives (esposas tradicionales dedicadas al hogar, los hijos y el esposo) son aplaudidas y promovidas, forman parte de un movimiento político conservador de extrema derecha, que tiene como principal impulsor al presidente de Estados Unidos, Donald Trump.
No es sólo ver a las mujeres hornear galletas, proteger el instinto maternal o evitar el lenguaje woke. Va también de quitarles el derecho al aborto, de arrebatarles su autonomía y economía, de cancelarles derechos a familias no tradicionales, a la comunidad LGBT+ y a los migrantes indocumentados.
Los ataques a la actriz colombiana siguieron: “Deberíamos quitarles [a las mujeres] el derecho al voto y a la propiedad privada para volver a los buenos viejos tiempos”, “vieja estúpida, sólo delira”, “qué triste y miserable”, “qué asco su misandria”, “nadie se la aguantó por eso no tuvo hijos”. Fueron deseos que le arrojaron a Margarita Rosa de Francisco, hombres en su mayoría, por decirles a las mujeres que pueden exigir otras realidades.

Mamás trabajadoras dispuestas a pelear por sus derechos
En México, quien recientemente puso el tema sobre la mesa fue Mariana Rodríguez, influencer con más de 4.7 millones de seguidores en Instagram y esposa del gobernador de Nuevo León, Samuel García. Desató la polémica con la exhibición de su maternidad gozosa y plena, que le permite llevar a su bebé mientras ejerce como primera dama del estado. Sin pretenderlo nos puso a hablar de las madres trabajadoras.
Hay trabajadoras en lactancia a las que no les permiten tomarse los dos recesos de 30 minutos que marca la ley; que deben sacarse la leche en el baño o en el cuarto de las escobas porque no cuentan con lactarios; que las mandan al turno de la noche; que sufren cuando los hijos se enferman y no tienen con quien dejarlos. Y están las que se desempeñan en el trabajo informal sin ninguna prestación ni apoyo del gobierno, explica Mariana Villalobos, directora de La Liga de la Leche (LLL), una organización internacional con 52 años en México.
Alma, doctora en una institución pública, perdió la llamada “hora sagrada”, ese momento decisivo que fortalece el vínculo con el bebé y favorece el éxito de la lactancia, estando piel a piel. Tras su cesárea, tuvo que pelear para que le trajeran a su hija para amamantarla. Sin consultarla, ya le habían dado fórmula.
Su contrato terminó en diciembre, cuando nació su bebé, y se lo renovaron hasta marzo. “No me preocupé porque tenía el apoyo de mi esposo, conté con ese privilegio”. Aunque 30% de los hogares en México (11 millones) no lo tienen, pues son encabezados por mujeres.
Al volver al trabajo, lo más difícil para Alma fue enfrentar a un jefe que considera exageradas las demandas actuales de las madres que trabajan. “Conseguir la hora de lactancia fue un reto porque no tenía base y no había lactario, y la idea de salir antes o extraerme la leche le parecía inconcebible”.
¿Por qué te vas a ir del trabajo?, le decía. Además, tuvo que soportar comentarios del tipo: ¿por qué no das pecho en el baño?. Pero Alma aprendió a responder: ¿Y por qué no te vas tú a comer al baño?

Me corrieron del restaurante por amamantar
Ana Cristina es una artesana de bajos recursos. La agredieron verbalmente y la corrieron de un restaurante en la Ciudad de México por amamantar a su bebita. “Me dijeron, ‘oh, chiquita, ¿por qué te estás exhibiendo?’ Mi esposo me defendió, dijo que no iba a pagar, pero nos sacaron con palabras fuertes”.
Para ella es necesario orientar a la juventud para que entienda que amamantar no es una agresión, “o que crean que estás enseñando el pecho para otra cosa”. Y es urgente capacitar al personal médico para que ayuden a las madres a lograr la lactancia. “Afuera de los hospitales te están esperando para regalarte muestras [de fórmulas]. ‘Mira ésta es más barata’, ‘ésta te ayuda, les da fuerza’, cuando sabemos que no es así”.
Este y otros testimonios se escucharon durante el 10° Foro Nacional de Lactancia Materna en la Ciudad de México, donde trabajan conjuntamente gobierno federal, academia, organismos internacionales y de la sociedad civil, como LLL y el Pacto por la Primera Infancia, que reúne a más de 500 organizaciones, importantes en la visibilización de la maternidad.
Apenas 34% de los bebés reciben hoy “lactancia exclusiva” durante los primeros seis meses, como recomienda la Organización Panamericana de la Salud. Pero hace diez años esta práctica había caído en 14%. Las farmacéuticas se encargaron de propagar que amamantar ya no era necesario, cuando la evidencia muestra que la leche materna no tiene sustituto, es una inyección de anticuerpos que fortalece el sistema inmune para enfrentar futuras enfermedades.

Tuve que dejar mi carrera para maternar
Caitlin Hutchins, originaria de Estados Unidos y naturalizada mexicana, se enamoró de un petrolero y se mudó a México. Directora escénica de danza, música y teatro, hace 11 años enfrentó la maternidad en soledad, con depresión posparto y violencia obstétrica.
Aunque ella tenía derecho a parir en el Hospital de Petróleos Mexicanos (Pemex), no le permitían estar acompañada de su esposo. Así que optaron por un hospital privado. Se puso muy contenta cuando supo que Pemex tenía guarderías, pero sólo las empleadas de la paraestatal tenían ese derecho. Tuvo que pagar una cuidadora para seguir con su carrera freelance.
Al paso del tiempo ya no salieron las cuentas, así que decidió dejar su trabajo y convertirse en ama de casa para dedicarse a la crianza de su pequeña. “Fue un privilegio tener esa posibilidad porque sé que no es opción para la mayoría de las mamás, que no pueden dejar de trabajar”. En México 14% de las madres lactantes tiene un empleo remunerado, la cifra sube a 40% cuando trabajan en la informalidad.
El sistema institucional está diseñado para que las mujeres abandonen su vida laboral y asuman el cuidado de los hijos; porque cuando regresan, descubren que sus compañeros varones han avanzado profesionalmente, mientras que ellas quedaron rezagadas. Reconociendo esta injusticia, el Infonavit les otorga un bono de 20 puntos en su calificación para compensar en algo los años que se ausentaron.

Ni en el hospital de Pemex ni en el privado enseñaron a Caitlin a amamantar. La experiencia fue tan dolorosa que terminó con los senos sangrando y en depresión posparto. “Llegué a un punto de agotamiento, soledad y falta de apoyo que me deprimí. Todo eso me llevó a decidir no tener un segundo bebé. Quise proteger mi salud mental: si la mamá está bien, el bebé también”.
En el 10° Foro Nacional de Lactancia Materna, las especialistas señalaron que la lactancia materna es del 27% en zonas rurales y 37% en urbanas; 20% entre mujeres sin escolaridad y 45% cuando hay secundaria. Las madres en crianza logran sostenerse gracias a redes de apoyo que forman entre ellas, que incluso les permite prestarse a los bebés para amamantarlos cuando la madre se ausenta por causas de fuerza mayor.
Villalobos, directora de LLL, dice que lo que podemos hacer es establecer políticas públicas que hagan más viable la crianza “y no dejar todo en los hombros de las madres”.

Así, quién diablos desea tener un hijo
“[La maternidad] me ha generado nuevos caminos emocionales, descubrimientos intelectuales, reflexiones, y me siento mucho más conectada con el mundo que cuando no era mamá. Me ha permitido crecer. Pero sé que si lo hubiera hecho sola, sin una familia y red de apoyo, sin recursos, sin una pareja comprometida y un trabajo flexible, lo estaría padeciendo. Se vuelve sufrimiento”, dice Gabriela Jiménez, una mamá de gemelos que decidió no dejar su empleo.
Gabriela trabaja en el sector de la comunicación y relaciones públicas, en un esquema híbrido que le permite participar en las actividades de sus hijos, ir por ellos a la escuela y llevarlos al médico. Y su empresa es lo bastante inteligente como para no dejar ir al talento femenino.
Sus bebés fueron deseados. Nacieron en pandemia, había que alimentar, limpiar y dormirlos casi al mismo tiempo. La lactancia fue lo más pesado pero lo logró. Ahora los gemelos van a la escuela y procuran respetar su tiempo cuando ella está trabajando en casa.
Con una maestría en Políticas Públicas y otra en Género, Gabriela pone énfasis en las condiciones estructurales e institucionales que no acompañan a las madres e incentivan a que los padres se desentiendan de las cuestiones domésticas o la crianza. “No es posible que el Estado delegue toda la responsabilidad del cuidado a las mujeres”.
El IMSS tardó cinco meses en pagarle su incapacidad por licencia de maternidad porque antes debían ir a hablarle de los métodos de salud reproductiva. “Fueron a casa a preguntarme si me había puesto un DIU o si mi marido optaría por la vasectomía, y como estábamos en pandemia tardaron unos cinco meses”, dice.
Para México ya no es tema la menor tasa de reproducción y el sistema de pensiones, “porque esa ya nos la aplicaron, ya no hay pensiones para nosotros desde los años noventa, cuando se veía venir que la pirámide poblacional se invertiría”. Pero mucho de la economía mexicana se sostiene en su capital productivo, que es la mano de obra de la gente joven “que está en edad reproductiva y conforme eso vaya disminuyendo, se pone en riesgo la actividad económica del país”, explica.
Para ella, una mujer en la Presidencia ha sido importante pero se ha quedado en lo simbólico. “Tiene un peso que mis hijos vean que la máxima autoridad del país es mujer, pero no veo la voluntad de cambiar políticas públicas que sí son relevantes para el día a día de las mujeres”.

Las no madres tienen rostro y se acompañan
Varias artistas mexicanas han expresado su deseo de no ser madres: Ana Martín, Kate del Castillo, Angelique Boyer. Pero no son activistas de esta causa como la actriz de Café con aroma de mujer. Sin embargo, hay otras activistas que sí tienen un discurso político e influyen en el pensamiento de otras mujeres, que trabajan por validar la decisión de no ser madres –sin miedo y sin culpas–, como la fotógrafa Judith Romero, quien ha abordado el tema en su trabajo para que deje de ser tabú.
En 2021 surgió Nunca Madres en Instagram, un espacio seguro para mujeres no madres por elección, que tiene por objetivo acompañar a otras que estén en el proceso de decisión o que ya hayan decidido no tener hijos. Cuestionan la maternidad con un enfoque feminista que destaca la autonomía corporal, la educación sexual y el desmantelamiento de mandatos sociales que exigen a las mujeres ser madres.
Sus creadoras son la mexicana Irán Sosa y la colombiana Isabel Cortés. Ellas se conocieron en un grupo angloparlante childfree y coincidieron en la necesidad de crear un espacio en español para tocar estos temas. Actualmente Nunca Madres tiene 21 mil 900 seguidoras y ofrecen talleres, acompañamiento y diálogo entre mujeres.
“En algún punto tenía mucho miedo a equivocarme, a tomar una decisión incorrecta. Y poco después, ya decidida a no ser mamá, descubrí que mi mayor equivocación fue haber vivido ese proceso en solitario. Sé que no hay respuestas perfectas pero lo que sí hay es acompañamiento. No vivan este proceso en solitario, no jala, nos necesitamos todas”, dice Irán Sosa en uno de sus videos.
Entre sus postulados está: “Elige desde el amor, no desde el miedo”, “no necesitas validación ajena”, “las no maternidades por elección también se puedan ver como vidas plenas”.
En Facebook existe el grupo Cincuentones Modernos, en estos días un usuario lanzó ahí una provocación: Mujeres que decidieron no tener hijos, ¿cómo va la vida? Ellas respondieron en positivo: “Súper bien”, “divinamente”, “perfecta”, “excelente”, “de maravilla”, “disfrutando la vida”, “viajo por todo el país y por el mundo”.
Pero ellos siguen pensando que “la naturaleza exige procrear”. Ya no se trata sólo del aborto: parece que los hombres tradicionales detestan que las mujeres se nieguen a ocupar el papel histórico que les fue impuesto –el de madres y cuidadoras–. No han comprendido el cambio cultural profundo que atraviesan las mujeres y las nuevas generaciones.
Tal vez Margarita Rosa de Francisco tenga razón: “Nos tienen pavor”. Porque ¿qué será de ellos cuando no puedan lograr la paternidad?
GSC/ASG