Comunidad
  • ‘Hackers’ feministas infiltran grupos incel y otras manósferas de la UNAM

  • La manósfera dejó de ser digital: encuentra terreno fértil en gimnasios, aulas y facultades. Unas ‘hackers’ enseñan a protegerse del odio en línea y a enfrentar al patriarcado tecnológico.
Las activistas buscan concientizar sobre la manósfera en el mismo terreno donde ha tenido su auge: el digital | Milenio

DOMINGA.– Esta no es una epidemia silenciosa. En los pliegues del internet hay un entramado creciente de blogs, foros y comunidades en los que legitiman y coordinan el odio hacia las mujeres, comparten manuales de acoso y abuso, venta ilegal de contenido explícito, hasta discursos que normalizan la violencia machista. Sus integrantes son hombres, en su mayoría jóvenes, en edad escolar. Es la manósfera.

Hasta allá llegó Sofía Sánchez, activista y guionista de 30 años, que estudia en una ciudad fuera de su hogar. Un día decidió ir al gimnasio con el único propósito de ejercitarse, sin embargo, lo que estaba apunto de averiguar la desprotegería de su salud emocional. Se topó de frente con el fenómeno de la serie Adolescencia, chicos de entre 15 y 21 años, que recién atraviesan una ruptura sentimental, transitando episodios de vulnerabilidad y rechazo, en busca de una validación.

“Son personas muy violentas verbalmente, y esa violencia puede traducirse a otros tipos de agresiones”, explica Sofia, quien en entrevista para DOMINGA explica algunos avances en su investigación que tiene como objetivo brindar contexto a organizaciones de activistas cibernéticos o hacktivistas.

El influencer es controversial por su discurso misógino y machista.
Andrew Tate es un influencer que se describe a sí mismo como misógino | Shutterstock

Su interés comenzó por un caso particular. Un joven que, tras terminar con su novia, se refugió en el gimnasio y empezó a consumir contenido relacionado con figuras como Andrew Tate, conocido por su discurso de supremacía masculina y por actividades ilícitas que incluyen la trata de personas. A partir de ahí, Sofía creó un TikTok falso con el fin de investigar e iniciar un proyecto de acompañamiento.

Este proceso fue documentado por Técnicas Rudas, una colectiva hacker nacida México –en el que Sofía colabora–, que desde sus primeros pasos se propuso voltear la mirada hacia los riesgos que enfrentan aquellos que defienden los derechos humanos en un ecosistema digital hostil.

Siguió una serie de perfiles, dice, de influencers masculinos que siguen patrones recurrentes: obsesión con el gimnasio (los gymbros), admiración por el físico, aspiración a la riqueza rápida, desprecio hacia las mujeres y la promoción de una soledad enfocada en metas de auto mejoramiento.


Muchos de estos discursos contienen inconsistencias sustanciales. Rutinas extremas de disciplina, promesas de riqueza que nunca se explican a detalle y una exaltación de la meritocracia basada en la apariencia y el dinero. “Hay un montón de videos en los que dicen que en 11 niveles te vuelves millonario, empezando con mil pesos. Pero nunca explican cómo funciona realmente”, comenta.

Además de la misoginia y la violencia simbólica, Sofía advierte una dimensión homoerótica reprimida. Vínculos intensos entre hombres, admiración por el físico y homofobia internalizada. Observó comentarios que ridiculizan las muestras de afecto entre hombres y, al mismo tiempo, una fascinación latente.

Esto la llevó a identificar que algunos promotores de estos discursos podrían tener identidades sexuales no reconocidas, algo que influye en cómo proyectan sus valores.

Un informe en la UNAM estudia la manósfera en México

En los baños de hombres de la Facultad de Economía de la UNAM leo el siguiente mensaje: “Haz patria y mata a una mujer”. Justo me dirijo a solicitar el informe Antifeminismo digital: un análisis de la manósfera mexicana en Facebook, realizado en esta casa de estudios y que describe una masculinidad violenta y profundamente conservadora.

El mensaje apareció en la Facultad de Economía
El mensaje alertó a la comunidad estudiantil y al resto de facultades y escuelas de la UNAM | Especial

Nunca antes fue tan necesario. La UNAM ha pasado ya por cinco amenazas de bomba y el asesinato de un estudiante identificado como un integrante de los “célibes involuntarios (incel)”, parte crucial de la manósfera que describe el estudio.

Lex Ashton ‘N’, un estudiante de 19 años, ingresó al Colegio de Ciencias y Humanidades Sur con armas blancas el 22 de septiembre de 2025, y cometió un ataque que dejó como víctima fatal a Jesús Israel Hernández Chávez, de 16 años. En el trayecto también lesionó a un trabajador del plantel que intervino para detenerlo. Tras los hechos, Ashton intentó huir saltando de un edificio y sufrió lesiones que lo incapacitaron para escapar, por lo que terminó detenido y posteriormente recluido para enfrentar cargos penales.

Subsecuentemente a estos hechos, la UNAM ha sido víctima de múltiples ataques de presuntos atentados de bomba. Por tal motivo, este caso despertó una fuerte controversia en la comunidad universitaria y en medios, al poner en el centro del debate temas como la seguridad en los planteles estudiantiles, la responsabilidad de las redes sociales ante discursos de odio, y la necesidad de mecanismos de prevención y atención a la salud mental entre adolescentes.

En la universidad abundan grupos radicales que amenazan a la comunidad estudiantil
Las amenazas han sido dejadas en diversos planteles de la UNAM | Especial

La investigadora, Martha Erika Pérez, autora del informe Antifeminismo digital, subraya que la manósfera –hasta este momento– contempla ya 40 sitios web debidamente identificados, cuya fecha de creación más antigua data de 2008. No es sólo un conjunto de comportamientos individuales, sino un ecosistema que tiene varios años conformándose y donde se reproducen o retroalimentan narrativas de odio, control y dominación sobre las mujeres.

Cada foro, cada video, cada meme actúa como un pequeño nodo de legitimación de valores –tradicionales y jerárquicos–, donde la violencia simbólica se normaliza y se celebra como un indicador de masculinidad “auténtica”. Son los llamados “hombres de valor”. El éxito se mide por la fuerza física, la acumulación de bienes y la capacidad de dominar emocionalmente a otras personas.

Para muchos adolescentes, este discurso es un manual de conducta, donde la agresión, la competencia extrema y la misoginia no sólo se justifican, también se presentan –de manera engañosa– como caminos hacia la salud y la validación social.


Dentro de la manósfera, los jóvenes encuentran legitimación y eso amplifica su radicalización. La interacción entre sus pares, la viralización de contenido misógino y la presencia de influencersincluso mexicanos– que promueven ideologías extremas, todo en suma refuerza la percepción de que la violencia contra las mujeres es socialmente aceptable.

El estudio de la UNAM subraya que luchar contra este antifeminismo digital requiere un enfoque que combine educación, legislación y tecnologías de protección. La prevención debe centrarse en la alfabetización digital de los jóvenes, la conciencia crítica y el acompañamiento a quienes están en riesgo. Además, enfatiza la importancia de construir redes de apoyo solidarias que permitan resistir y responder a la violencia de género en línea.

La violencia incel encuentra en las escuelas campo fértil

En diversas facultades han dejado mensajes misóginos
Mensajes misóginos localizados en las instalaciones de la Facultad de Economía de la UNAM | Especial

Al respecto de la violencia que se vive en Ciudad Universitaria, tanto las amenazas de bomba como la represión estudiantil derivada de los ataques, algunos estudiantes como Edwin Valencia, de la Facultad de Economía y activo integrante de comités donde se dialogan temas como la seguridad, comenta para DOMINGA sobre los esfuerzos de la comunidad para hacer frente al reto.

“No es cualquier violencia. Esta tiene su justificación y sus razones ideológicas de ser llevada a cabo. [...] Es muy importante ponerle atención a esta cuestión sexual que hay entre los jóvenes ahora, porque esa represión, por una parte, ha sido propagada por los medios de derecha. Lo podemos ver en series, en canciones, en otros medios de comunicación: están propagando este mensaje en el cual la rabia va dirigida hacia un odio personal, y ese es el problema”, dice el estudiante.

La lectura que plantea el joven Valencia introduce un elemento para entender la violencia incel en la UNAM: no se trata de actos aislados sino de una ideología en construcción que busca legitimarse dentro del campo político y cultural. El fenómeno incel se coloca en una continuidad histórica con otras expresiones fascistas que también capitalizaron el resentimiento y la frustración juvenil para traducirlas en violencia organizada.

Como prueba, los integrantes del comité estudiantil de la Facultad de Economía registraron una serie de mensajes –presuntamente incels–, con el fin de presentarlos ante las autoridades. Dichos mensajes en manos de DOMINGA contenían frases como: “Long live Musk, Trump and Himmler”, “Viva el fascismo y el racismo” o “mátate en tu casa”, lo cual alarmó al grupo de estudiantes.

La comundiad estudiantil se organiza para protegerse
La comunidad estudiantil se ha organizado para protegerse de las amenazas dejadas por presuntos incels en la Facultad de Economía | Especial

Así, los ataques no son meros estallidos de rabia, sino el síntoma de una corriente que busca arraigo en los espacios educativos, aprovechando la precariedad emocional y el desgaste competitivo que atraviesan los estudiantes.

Este señalamiento adquiere peso cuando se observa que la violencia incel puede encontrar terreno fértil en los planteles estudiantiles: jóvenes aislados, despolitizados, que buscan una narrativa que les explique su malestar y la encuentran en foros digitales de odio antes que en espacios de organización colectiva. Sin un tejido sólido, el discurso de ultraderecha se filtra con facilidad y se normaliza.

Las respuestas institucionales, centradas en demandas como instalar cámaras, tener controles de acceso y protocolos policiales terminan desplazando la discusión ideológica hacia el terreno de la seguridad administrativa, dejando intacta la matriz cultural que sostiene el odio.

Valencia sugiere que la disputa real no está sólo en frenar agresiones físicas, sino en cuestionar cómo se moldean subjetividades competitivas, individualizadas y resentidas. En ese punto dice: “el problema incel deja de ser una desviación extrema y se reconoce como un producto coherente de una universidad que [...] ha convertido la formación en un campo de guerra donde el compañero es competencia y no aliado”.

Una colectiva de feministas ‘hackers’ entra en acción

De lo que podría enterarse el hacker es de las cosas truncas que se acumulan allí. EFE
Infiltrarse en la manósfera para poner en marcha acciones de prevención es uno de los objetivos de las hackers | Foto ilustrativa: EFE

Con el pasar del tiempo muchos de los mitos sobre internet se han ido desdibujando, como aquella idea de que la web iba a ser un espacio donde todos íbamos a ser tratados por igual.

“Esta utopía de ‘aquí podemos estar todas, la identidad no importa’, pero en realidad sí ha importado y muchísimo”, dice Mayeli Sánchez, cofundadora del grupo de activistas cibernéticas Técnicas Rudas. “El internet, de ser un lugar abierto, se fue cerrando y ahora es un lugar vertical y controlado, donde se ejerce vigilancia”, agrega.

Así, con varias aspiraciones rotas, pero con muchas ganas de cambiarlo todo, Técnicas Rudas nace en 2017. Cuando un grupo de mujeres activistas –Mayeli, Tamar y Philipa– decidió crear un espacio propio, donde los derechos humanos no fueran sólo palabras, sino acciones concretas. “Queríamos que las personas que necesitaran algo de nosotras nos contrataran, y así mantener un principio fundamental: trabajar para otros de manera directa”, dice Mayeli.

Técnicas Rudas es una colectiva de disciplinas múltiples que combina investigación, tecnología y defensa de los derechos humanos. Su nombre e identidad no son casuales. Inspiradas por la cultura de la lucha libre, incorporaron lo lúdico y lo performativo en su labor. Para Mayeli, la lucha libre es metáfora. Cada llave tiene una contrallave, cada movimiento es estrategia, cada caída enseña cómo levantarse y protegerse –en la ciberseguridad– de quienes ejercen la violencia machista.


Integrado por un grupo de personas especializadas en seguridad digital y acompañamiento de víctimas, Técnicas Rudas tiene financiamiento mixto (público y privado) y apoyo de fondos de cooperación internacional. Ellas han enfrentado múltiples casos de acompañamiento a familiares víctimas de desaparición, así como brindan apoyo en temas de seguridad en internet.

La idea surge de un taller de performance, de la necesidad de poner el amor y el respeto –la ternura digital, su lema– al centro de la acción y la defensa: “de la convicción de que podemos enfrentarnos al mundo sin perder la humanidad”. La autodefensa feminista, su eje, no es sólo defensa física: es autocuidado, es estrategia.

“Decidir qué no nos va a pasar, cómo nos vamos a proteger, cómo construiremos nuestras vidas al margen del patriarcado. La autodefensa es creativa. Permite crear vidas alternativas, redes de cuidado y espacios de resistencia”, explica.

Ese enfoque se refleja en cada acción, en la investigación que realizan, en la protección digital de comunidades, en la curación de heridas que nunca desaparecen del todo, pero que pueden cerrarse y abrirse con dignidad.

La asociación civil aborda temas de perspectiva de género.
Forjar redes de apoyo y autocuidado es uno de los objetivos de la colectiva | Captura de pantalla

El idioma que hablan las Técnicas Rudas es el de almacenamiento seguro de información, registro de huellas digitales (conocer que sitios capturan tus datos), campañas de protección de datos personales, talleres de seguridad para casos donde exista intercambio de contenido explícito (sexting seguro). Todo con el objetivo de que estudiantes o personas interesadas puedan fortalecerse a partir de un uso seguro y creativo de la tecnología, construir sus propias narrativas, generación de redes y creación de planes de protección.

Tenemos que integrar temas como la violencia de género y la mánosfera

Sofía Sánchez publicará un documental sobre su investigación en la manósfera, con apoyo de Técnicas Rudas. La colectiva también ha trabajado en la implementación de políticas de acompañamiento a estudiantes para la gestión segura de información sensible, o bien, espacios donde se prioricen las necesidades de los estudiantes respecto a la violencia de género, con el fin de comenzar los diálogos o problematizar la vigilancia en internet.

“Nuestra experiencia con universidades, como lo que ya trabajamos con la Universidad Autónoma de Tlaxcala, con la campaña de ser un “buen sexteador”, nos hace pensar que las instituciones públicas educativas no han podido integrar los temas de género de manera que respondan a los temas actuales, como la manósfera.
“Es algo que asusta y ya está causando estragos pero puede ponerse peor. En una sociedad tan machista como la nuestra, cosas como este fenómeno pueden proliferar. Hacemos un llamado a construir foros multiactores y a comenzar el diálogo como primer esfuerzo”, dice Mayeli Sánchez.

Frente a la hostilidad, la autodefensa feminista se convierte en creación de mundos posibles, donde la fuerza no destruye, sino protege; donde la rabia se transforma en acción y donde la vida, con todas sus fragilidades, se sostiene entre pares.

En ese espacio, incluso lo más vulnerable –el miedo, la herida, la ausencia– se transforma en potencia y la ternura deja de ser suave para convertirse en radical, imparable y vital.


GSC/ATJ

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Ricardo Balderas
  • Ricardo Balderas
  • Periodista. Se ha enfocado en la investigación corporativa y el análisis de datos. Es coautor de Impunemex y Los hijxs del derrame. Coordina proyectos periodísticos en Poder.
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Dominga es una marca de Milenio. Todos los derechos reservados.  Más notas en: https://www.milenio.com/dominga
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