Sociedad

La responsabilidad social de la ciencia

Vivimos, aún, en una situación de riesgo. Y probablemente dure más tiempo del que habíamos estimado. En las circunstancias actuales hay que mantener las medidas de precaución que tanto la Organización Mundial de la Salud como los organismos locales correspondientes nos recomiendan como la sana distancia, lavarse manos con agua y jabón, o el estornudo de etiqueta. El uso de cubrebocas y otras barreras físicas como caretas plásticas y gafas, disminuyen la posibilidad de que el virus en forma de un aerosol transportable en el aire, alcance nuestras vías respiratorias y nos contagie.

Y en medio de todo esto, estamos rodeados de anécdotas casi fantasiosas: que si la abuelita del vecino se toma jugo de limón con miel y bicarbonato todas las mañanas o gotitas de nanomoléculas de cítricos para prevenir la covid-19; o que si las gotas de dióxido de cloro de Andreas Kalcker (en la práctica, hipoclorito para limpiar superficies) o soluciones homeopáticas de agua azucarada pueden curar la infección por coronavirus SARS-CoV-2.

Una sociedad carente de cultura científica es presa fácil de este tipo de estafas, como las que promueven los grupos anti-vacunas o las sociedades terraplanistas. Lo peor que un país puede hacer en momentos así es darle la espalda a la ciencia. Pero cuando la ideología contamina a la razón, surgen ideas peligrosas como la de una ciencia nacionalista que busca justificar acciones que van contra la razón, como prohibir la investigación en organismos transgénicos o querer decidir qué tipo de investigaciones son pertinentes, basados en mal identificadas «prioridades nacionales».

La historia nos ha enseñado las terribles consecuencias de esa forma de pensar, por ejemplo, con el Lysenkoísmo –teoría contraria a la genética aplicada a la agricultura– que condenó a la muerte por inanición a cerca de siete millones de rusos. Y en ese contexto, los científicos no podemos quedarnos callados. Tenemos la responsabilidad moral de denunciar las llamadas «verdades alternativas» (fake news) o las charlatanerías que se venden muy bien en forma de falsos remedios y curas para enfermedades como el covid-19 o el cáncer. Mientras los investigadores trabajan a contracorriente –y sin recursos– en desarrollar una vacuna, un tratamiento, basado en la ciencia para volver, no a la «nueva normalidad», sino a la vida cotidiana.

MIGUEL A. MÉNDEZ-ROJAS

Google news logo
Síguenos en
Varios autores
  • Varios autores
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.