Política

'Las muertas'

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Luis Estrada ha realizado una magnífica serie televisiva basada en Las muertas, de Ibargüengoitia. Toda la energía narrativa del novelista ha pasado al lenguaje de las imágenes. La adaptación de Estrada no ha perdido un ápice de la crueldad, la maldad, el absurdo y la estructura narrativa que le dio Ibargüengoitia a los crímenes de las hermanas González Valenzuela, el caso de nota roja que cimbró a México en los años sesenta bajo el nombre de las Poquianchis.

No exagero si digo que las imágenes de Cuévano en Plan de Abajo retratan con extraordinaria veracidad el México corrupto y violento que imponía entonces su falsa moral en la prostitución, ese espejo social represivo y machista sobre cuyos cimientos se levantaba la humillación a las mujeres.

Estrada ha seguido el orden literario de Las muertas con obsesivo talento. Regresé a la novela después de ver la serie y me sorprendió la precisión de las atmósferas nocturnas, la exactitud afortunada de los diálogos y la absurda crueldad del mal. Pero Estrada no ha perdido a Estrada; al contrario, la reconstrucción de los burdeles, la restauración de calles e iglesias, la miseria de aquella provincia mexicana en Cuévano le pertenecen al toque narrativo de Estrada.

Las muertas (1977), punto de inflexión en la obra de Ibargüengoitia, guarda una paradoja, su motor literario no es el humor crítico e inteligente de Estas ruinas que ves (1975), Dos crímenes (1979) (ambas llevadas al cine), los cuentos de La ley de Herodes (1967) o Los relámpagos de agosto (1964) y Maten al león (1969), que pertenecen al otro pliegue de esa obra: el poder y sus laberintos. La paradoja: la comedia pasa, casi sin sentirse, a la nota roja y la novela policiaca.

Pero esta trama del mal no habría sido posible sin el elenco espectacular que da vida a los personajes de la novela. Las principales, Arcelia Ramírez y Paulina Gaitán, las hermanas Baladro, madrotas desquiciadas del burdel; Joaquín Cosío, actorazo, el lúbrico y sádico capitán Bedoya; Mauricio Isaac, la Calavera, metástasis de las Baladro; Alfonso Herrera, Simón Corona, origen de la venganza y la muerte; el grupo de jóvenes prostitutas esclavizadas; los policías y los funcionarios corruptos. Todos ellos dirigidos por Estrada resultan verosímiles.

Luis Estrada ha recreado a un Ibargüengoitia concentrado que, pese a la oscuridad sórdida de sus asuntos, puede verse en un envión. Gran cubilete de seis dados.


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Rafael Pérez Gay
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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