Circulaba por la famosa colonia Condesa de la Ciudad de México cuando observé que afuera de una concurrida cafetería había un hombre tirado entre la banqueta y un vehículo estacionado.
Llamé al 911, la acción más razonable ante el tráfico que hubiera impedido detenerme y el desconocimiento de la situación en la que estaba la persona. Lo irónico es que los ventanales de dicha cafetería daban justamente a esa zona, lo que hacía muy probable que alguien más se hubiera dado cuenta de la situación.
¿Lo habían golpeado? Tal vez estaba alcoholizado. Peor aún ¿estaría muerto? Inquieta, di vuelta en U en el primer retorno y pude ver que había una patrulla y un policía atendiendo el reporte. Nunca supe cuál fue el fin de esa historia, pero lo que entendí de súbito es que, ya fuese alcoholizado, golpeado o fallecido, el policía que lo atendió tuvo que descubrirlo y actuar de la mejor manera. Era el 2010.
De acuerdo al INEGI, al corte del 2020 había 189 mil policías municipales en México, sin incluir al de delegaciones de la Cdmx, clasificados de otra forma.
En el año de estudio pusieron a disposición a un millón 712 mil 543 personas, de las que el 52% se concentraron en municipios de Guanajuato, Edomex, Baja California, Aguascalientes, Sonora y Jalisco, en contraste con estados cuyas corporaciones municipales no alcanzaron ni el 0.5%. De esas puestas a disposición, solo el 10% fue ante el Ministerio Público, el restante ante Juzgados Cívicos.
Los delitos más frecuentes fueron robo, narcomenudeo, lesiones y violencia familiar. Las faltas cívicas más comunes incluían consumo de drogas, generar escándalos, así como deambular o conducir un vehículo en estado de ebriedad o bajo el efecto de una droga. De tener 711 enfrentamientos en 121 municipios en el 2019, las policías municipales pasaron a 881 eventos en 163 municipios.
Solo 1.7% de policías contaban con créditos para vivienda, 1.8% con seguro de retiro, 3.2% seguro de gastos médicos mayores, 4.4% con fondo de ahorro para el retiro, 6.5% podía presumir de apoyo para su familia si fallecían en servicio, 6.7% recibían servicios psicológicos o contención emocional y 16.2% tenían seguro de vida. Ni siquiera dos de cada diez policías municipales contarían en México con las prestaciones que resultarían obvias para su labor.
En 2023, en redes sociales circula el video en el que alguien graba un tiroteo en vía pública, intenta alertar a otros automovilistas a no tomar ese camino. Aparece un viejo vehículo de Policía Municipal que se presta a seguir indicaciones del ciudadano que graba y cuando se da cuenta de lo que pasa, da vuelta en U.
Con esforzadas excepciones, las policías municipales tienen las peores herramientas y prestaciones para encarar las facetas más oscuras del ser humano, a la que hoy se suma la presencia letal de la delincuencia organizada.
Mientras hay quienes toman café y solo observan desde la ventana, las policías municipales tienen que dar vuelta en U por falta de herramientas, de profesionalización y de respaldo en el desarrollo de sus funciones.
Sophia Huett