Se le notaba angustiada, nerviosa, como si su mente estuviera en otro lado. No era para menos: recientemente habían secuestrado a su hijo, liberado tras pagar un rescate.
Decía que desde entonces, cada vez que el teléfono de su casa sonaba, se exaltaba. No olvidaba la voz del secuestrador al otro lado de la línea telefónica, quien con amenazas y groserías, exigía el pago del rescate para no dañar a “Andrés” de 12 años, quien estuvo retenido cuatro días.
“Si por mi fuera, ya me habría cambiado a otra ciudad, pero no tengo las posibilidades. Me aterra pensar que la banda de secuestradores está libre por las calles de Nezahualcóyotl”.
Esa era una de las razones por las que la madre de Andrés se negaba a hacer una denuncia. En paralelo, la División de Investigación de la Policía de la Federación investigaba el caso de un empleado de 20 años en Los Reyes La Paz, Estado de México. También se había pagado un rescate por su liberación tras dos días de cautiverio. Hasta ese momento, la información recabada señalaba que al menos había relación en cuatro casos. Uno de ellos estaba vigente: un chofer repartidor de 35 años, secuestrado en San Salvador Atenco.
La experiencia y la capacidad de la Policía permitía avanzar rápidamente, más con la información proporcionada por las víctimas y sus familiares. Así, se delimitó la zona de operación de los delincuentes en varios municipios del Estado de México. Investigaciones de campo ubicaron a los vehículos señalados y a las personas relacionadas con ellos.
Había un reto más por vencer: convencer a la mamá de Andrés de presentar su denuncia y participar en el ejercicio de reconocer voces interceptadas en las comunicaciones de los posibles secuestradores. Finalmente, accedió a declarar si se le garantizaba que los delincuentes serían detenidos y encarcelados. “Se lo garantizamos”, dijo el Agente del Ministerio Público con el que la Policía construía el caso.
Al escuchar las grabaciones, la madre del pequeño no dudó de que se trataba de la misma voz del delincuente con el que había acordado el pago del rescate de su hijo. ¡Ya había una acusación formal!
Una noche de abril del 2015 se organizó un operativo en la zona donde se ubicaron los vehículos y sujetos sospechosos. Se observó uno de los vehículos y se le dio seguimiento hasta que llegó a un inmueble, donde se encontraba el resto de los vehículos sospechosos.
De inmediato se le detuvo. Sin un solo disparo, se rescató al chofer que mantenían secuestrado. Aquella noche, ocho hombres y cinco mujeres, una de ellas de 56 años, fueron detenidos. Estaban en compañía de un menor de edad. No solo eran familiares, también compartían una actividad en común: el secuestro.
La Policía cumplió con la promesa que le hicieron a una madre: pusieron tras las rejas a los secuestradores de sus hijos.