En el mundo del comercio electrónico, la palabra “oferta” parece inofensiva… pero no lo es. Usarla implica una serie de obligaciones legales que muchos negocios ignoran, sin saber que detrás de esa palabra hay regulaciones estrictas impuestas por la Ley Federal de Protección al Consumidor (LFPC) y observadas de cerca por la PROFECO.
Según la ley, una oferta no es solo un gancho publicitario: es un compromiso legal. Si anuncias un descuento, debes cumplir con tres condiciones mínimas: 1) especificar el periodo de vigencia o volumen limitado, 2) garantizar que el consumidor pueda acceder al beneficio, y 3) mostrar el precio anterior de forma transparente. De lo contrario, puedes incurrir en publicidad engañosa, enfrentar multas o tener que resarcir al cliente con la diferencia de precio. Así de claro.
¿Quieres usar la palabra “oferta”? Esto es lo que debes cumplir:
Define con precisión las fechas de vigencia o el número de unidades disponibles.
Muestra el precio real anterior, sin inflarlo para simular un mayor descuento.
Publica términos y condiciones claros, accesibles y verificables.
Incluye el precio total (con IVA, envío y cargos).
Documenta cada campaña: capturas, publicaciones y evidencia.
Pero más allá de lo legal, ¿por qué las grandes cadenas como Walmart, HEB, Soriana o LaComer evitan usar directamente la palabra “oferta” y prefieren inventar términos como “ofertones”, “quincenazos” o “precioazos”?
La respuesta tiene dos caminos, diferenciador y las letras chiquitas:
Estrategia de posicionamiento: Estas palabras inventadas no solo son memorables, sino que construyen marca. Al crear su propio lenguaje, estas cadenas logran que su “promoción” sea reconocida como parte de su identidad. No solo venden más, también diferencian.
Blindaje legal: Al no usar palabras reguladas literalmente por la ley (como “oferta” o “descuento”), estas marcas también se protegen de interpretaciones legales estrictas. Aunque siguen informando condiciones y vigencias, el lenguaje creativo les permite jugar con el entusiasmo del consumidor sin quedar atrapados en definiciones legales exactas.
Entonces, ¿conviene usar la palabra “oferta”?
Sí… si sabes cómo usarla bien. No se trata de tener miedo, sino de entender que una oferta es un acuerdo que estás dispuesto a respetar. Y si decides hacer promociones, no es solo para vender más hoy, sino para construir confianza a largo plazo.
Toma nota de las grandes marcas. Si usas la palabra “oferta”, como cualquiera, no hay nada que te distinga. Tu descuento será uno más entre miles. En cambio, cuando una empresa bautiza sus promociones, no solo busca llamar la atención. Está construyendo marca, diferenciación e incluso empatía con la economía de su cliente.
Nombrar tus descuentos con creatividad no es un simple juego de palabras. Es una estrategia de posicionamiento. Así que no descartes darle identidad propia a tu marca a través de cómo comunicas tus ofertas, sin importar cómo las llames.
Al final del día, lo que vendes no es solo un producto con precio especial. Vendes confianza. Y eso, ni con un 50% de descuento se improvisa.