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Las ofertas irresistibles no existen

  • Terco Digital
  • Las ofertas irresistibles no existen
  • Salvador Peynado

Todos quisiéramos tener este “problema”: un producto tan bueno que la gente no lo cree. Más que un problema, es un reto de comunicación y de timing: saber cuándo y desde dónde lanzar la oferta.

Hace poco, un emprendedor me mandó un audio que empezaba así: “Salvador, los clientes no me creen que es todo incluido.”

Su proyecto es una academia de belleza que enseña barbería, uñas, maquillaje, pestañas y más. Hasta ahí, nada fuera de lo común.

Lo diferente es que su modelo incluye todo lo que las alumnas necesitan para las prácticas: materiales, herramientas, productos y capacitación. Pagas tu curso y te vas lista para aplicar lo aprendido.

El problema no es la calidad ni el precio, sino la percepción. Cuando una oferta suena demasiado irresistible, el cerebro activa la alarma del “¿dónde está el truco?”. Y ahí está el aprendizaje: las ofertas irresistibles no existen; existen las que generan confianza y las que no. Cuando el valor supera las expectativas, el reto no es mejorar la oferta, sino cómo la cuentas.

No se trata de repetir “todo incluido” en cada publicación, sino de reposicionar el mensaje desde lo que el cliente gana, no desde lo que paga.

Cómo vender valor cuando tu oferta ya es atractiva

Empieza comunicando el crecimiento, no el precio. Habla de lo que la persona ganará al tomar la capacitación: la confianza para emprender, la posibilidad de generar ingresos propios, la seguridad de dominar una técnica profesional.

El cliente debe visualizar lo que será capaz de lograr, no lo que cuesta lograrlo.

Cuantifica el conocimiento, no la oferta. En lugar de decir “cuesta tanto e incluye todo esto”, expresa el valor en términos de horas de práctica, módulos, avances y resultados tangibles. Ejemplo: “Más de 120 horas de práctica guiada, dominio de cinco técnicas profesionales y proyectos que podrás ofrecer como servicio desde la primera semana.”

Usa testimonios como evidencia, no como promoción. Los testimonios no deben sonar a comerciales, sino a historias reales. “Antes no sabía ni sostener una máquina, hoy tengo mi propia barbería.”

“Empecé maquillando a mis amigas, hoy vivo de esto.” Esa voz del alumno vale más que cualquier eslogan.

Demuestra el impacto en el futuro, no el ahorro del presente. En vez de justificar el precio bajo, muestra la rentabilidad del aprendizaje: cuánto puede ganar o recuperar la inversión con sus nuevos conocimientos y habilidades. Cuando el cliente entiende lo que ganará a largo plazo, el precio deja de ser la conversación principal.

Y en esta misma lógica, cuida también cómo se ve lo que comunicas. Hoy muchos recurren a la inteligencia artificial para producir imágenes, videos o anuncios que parezcan más profesionales, pero sin los ajustes finos necesarios. Si ya estás en un terreno de desconfianza por la relación entre tu producto y su precio, una imagen artificial mal lograda puede hacer más daño que una buena estrategia mal contada.

Cuando comunicas desde el crecimiento, el cliente deja de mirar el costo y empieza a imaginar el resultado.

El valor no está en lo que entregas, sino en lo que ayudas a transformar.

Porque en ventas, como en la vida, la oferta no debe abrir la conversación, debe cerrar la venta.


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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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