En pleno diciembre, lo último que queremos es hablar de propósitos. Todos sabemos cómo funciona: faltan diez segundos para que sea 1 de enero y de repente nace un filósofo interior que promete dieta, gimnasio, beber más agua y volverse organizado por arte de magia.
Lo curioso es que hacemos exactamente lo mismo con el marketing digital y las ventas. Así como el gimnasio no te marca la semana uno, el marketing tampoco. Los resultados no llegan por deseo… llegan por preparación. Y si quieres que tú 2026 empiece fuerte, el trabajo no empieza con las campanadas, empieza desde el 1 de diciembre.
¿Por qué diciembre es el verdadero arranque del año? Porque no es un mes para vender, sino para alinear, corregir y dejar listo lo que va a vender por ti en enero. Si decides empezar hasta el 1 de enero, ese día no estás arrancando… estás poniéndote al corriente.
Y vuelvo a la comparación: si para Navidad nos preparamos desde octubre, ¿por qué no dedicar diciembre a preparar un inicio de año más ordenado, estratégico y listo para enfrentar los retos del primer mes?
El primer paso para no sufrir en enero es ajustar tu mensaje. Antes de querer vender más, hay que decir mejor. Este mes sirve para redefinir tu promesa de valor, limpiar tu discurso y dejar en claro por qué tú y no otro. Un mensaje claro vale más que varios anuncios mal hechos.
Después viene tu presencia digital. No se trata de publicar más, sino de presentarte mejor. Diciembre es el momento ideal para revisar a detalle tu página web, tus perfiles, las fotos, los textos, los botones, tu ficha en Google y tu WhatsApp Business. Si la casa digital está desordenada, el cliente entra y se va, así de simple.
También necesitas preparar tu contenido base. Aquí es donde la mayoría se tropieza, porque quieres empezar a grabar justo en enero, cuando ya no tienes tiempo ni claridad.
Diciembre debe dejar listos los videos cortos, las piezas de autoridad, los casos reales, la evidencia y, mínimo, la primera quincena de contenido programado. El contenido de enero se produce en diciembre, no en la primera mañana del año con la agenda llena.
Otro punto clave es tu oferta de arranque. Enero, aunque nadie lo diga, necesita un incentivo. Es en diciembre cuando decides qué vas a ofrecer, cómo vas a motivar al cliente a tomar acción y cuál será tu llamado a la acción principal. La decisión se cocina en diciembre; la venta se cobra en enero.
Finalmente, están tus campañas y audiencias. Si quieres que tus anuncios estén corriendo desde el día 1, necesitas que la segmentación, los creativos y el calendario queden configurados antes del cierre del año. El botón de activar campaña lo presionas en enero, pero todo lo demás se construye en diciembre.
Y entonces llega enero. Un mes que muchos quieren usar para planear, cuando en realidad es para ejecutar. Es el momento de acelerar, no de pensar qué se va a hacer. Es el mes para atender y convertir conversaciones que ya vienen calientes desde diciembre, para activar lo que configuraste, medir qué funciona y ajustar sin drama.
Mientras otros siguen anotando propósitos en una libreta nueva, tú ya estás operando sobre un sistema y no sobre ocurrencias. Así sí da gusto empezar el año.